jueves, 2 de diciembre de 2010

EL CONCIERTO DE MI VIDA.(PRIMERA PARTE)

EL CONCIERTO DE MI VIDA.
12:00 am en punto del 2 de diciembre del 2010. El concierto de Tokio Hotel seria hoy en el Palacio de los deportes, México
Mi celular había sonado puntualmente. Y yo estaba cansada. Pero aun así me levante de la cama y me dirigí hacia el baño.
Cerré la pesada puerta una vez más y volvieron las ganas de vomitar y de nuevo lo hice.
Esperaba que Jeanette no hubiera escuchado nada, según yo ella estaba dormida. Salí del baño y baje a la cocina debía hacerle algo de desayunar a mi pobre huésped.
De nuevo entre mal en el piso de la cocina y esta vez si me caí. Me di un sentón bastante fuerte. Estaba segura que mi pobre coxis había tronado del golpe. Me arrastre hasta el bordecillo de la alacena y me levante. Me sobe el coxis me dolía del golpe.
--Mierda—Me sacudí la pijama—Un día de estos me terminare matando
Me lavé las manos en el fregadero, me até en mandil a la cintura y puse manos a la obra.
Abrí la llave del gas y prendí un cerillo, la llama azul apareció en las hornillas. Coloqué encima una sartén con antiadherente, deje que se calentara y que el círculo rojo me indicara cuando comenzará a cocinar.
Saqué un par de huevos del refrigerador. Puse una cucharadita de margarina en la sartén y freí el par de huevos. Puse un par de rebanadas de pan de caja en el tostador y lo encendí. Y me dispuse a preparar un licuado de fresa.
Saqué fresas de el frutero de mi mamá, las lavé, las desinfecte con una gotita de yodo en el agua y después las eché en la licuadora con leche y azúcar. Licue hasta lograr una mezcla homogénea.
Saque la mermelada y crema de avellana y la puse en la mesa. El tostador arrojó mis rebanadas de pan. Estaban listas. La cocina estaba totalmente impregnada del olor del pan recién tostado.
Las puse en un plato y las dejé en la mesa. Subí a mí habitación a despertar a Jeanette para que desayunara.
Abrí la puerta, y me dirigí a abrir las cortinas para que entraran los rayos del astro rey. Cuando Jeanette me dio tremendo susto
--¡Cierra esas cortinas!—Me arrojo una almohada a la cabeza—No quiero luz en mis ojos
Me di la vuelta y abrí las cortinas de todos modos.
--No me importa—Le grite—Tienes que bajar a desayunar, ya esta lista tu comida y se enfriara así que andando
--Está bien—Me miro con odio—Solo bajaré a desayunar
Me extraño su actitud, fría y grosera conmigo. Normalmente solo me hubiese insultado por haber interrumpido su sueño, preguntaría por lo que iba a jambarse y me dedicaría una sonrisa o quizás haría una pequeña bromilla. Pero esta vez no fue así. Baje junto con ella al comedor de la cocina. Se sentó de una forma muy brusca, de hecho mientras desayunaba no dijo ni una sola palabra. Yo solo la mire, no tenía ganas de comer nada. Pero seguía con esa actitud tan áspera que no me gustaba nada. No me cuadraba como diría mi abuelo.
Ella me evadía la mirada y comía disgustada. Se veía que estaba fastidiada de mí o algo por el estilo. Pero aún así me dolía su lejanía.
--¿Qué pasa?—Le pregunte con miedo--¿Estas molesta o algo así?
--Si—Me vio por un momento con desdén—Déjame comer ¿Si?
--Está bien—Me pare de la silla que se encontraba justo frente de ella y me dirigí a mi habitación—Como quieras
--Si es como yo quiero
Enfurruñada subí las escaleras. ¿Qué pasaba con ella? No era justo que me tratara así, yo no le había hecho nada, así que tome el valor y afronte las cosas. Baje los pocos escalones que había subido y me postre enfrente de ella, enfadada.
--¿Bueno y a ti qué demonios te pasa conmigo eh?—Le inquirí con sumo enfado--¿Por qué me tratas así?
Se paró de la silla hecha una fiera.
--¿Y todavía me preguntas por qué?—Se acercó a mí, como si quisiera golpearme— ¡Hipócrita!
--¿Pero por qué me dices así?—Tenía que saberlo, no había razón alguna para que me dijera de esa forma—Dímelo
--Está bien… te lo diré a la cara—Se acercó aún más, me daba miedo que me fuera a soltar un puñetazo justo en la boca--¿Tú crees que anoche no te escuché vomitar toda la leche que te habías bebido?, ahora entiendo porque estas tan flaca. ¡Hipócrita! Yo creyendo que si comes bien, y tragándome esas patrañas de que comes y no engordas. Toda tu eres una maldita mentira, quizás hasta seas anoréxica o bulímica y yo jamás me di cuenta.
--No es eso—Tartamudee un poco—Es que desde que regresamos del centro comercial, tenía muchas nauseas y solo me bebí el vaso de leche por ti, para complacerte, pero después no aguante más las ganas de vomitar y paso lo que tenía que pasar
--No te creo—Le cambió la mirada, me veía con odio y repugnancia—Ninguna palabra de lo que dices. ¡Mentirosa!
--No puedo creer que tú me llames así—Mis ojos se llenaron de lagrimas—Sobre todo tú que eres más que una hermana para mi
Me desanudé el mandil de la cintura lo tiré al piso y me dirigí hacia las escaleras. Cuando ella me haló por el brazo.
--Aguarda—Me miro, y se deslizaron por sus mejillas unas lagrimas—Júrame que no provocaste el vomito para estar más delgada y que fue por el susto que te dio ese tipo que vomitaste
--¡Te lo juro!—Las lagrimas no se hicieron esperar y se desbordaron—Jamás haría una estupidez así amore
--Ok
Nos abrazamos muy fuerte y obvio que derramamos lágrimas.
Jeanette y yo casi nunca peleábamos así de fuerte. Era rara la vez que nos insultábamos así, porque en cualquier amistad y hermandad hay peleas y fuertes, pero entre ella y yo no eran muy seguidas las riñas extremas como esta.
Aunque esta tampoco lo fue, solo fueron unas cuantas palabras altisonantes, pero no como esa vez que nos golpeamos cuando éramos más jóvenes. Esa vez hasta terminamos con moretes en el cuerpo y muchos golpes con sangre en la cara. Fue épica
Viejos recuerdos, algo agresivos pero buenos a fin de cuentas. Me encantaba la forma de ser de Jeanette, disfrutaba de su compañía a cada segundo que pasaba.
--Eres más que una hermana para mí y no quiero perderte por una tontería—Le susurré al oído, mientras mis lagrimas se desbordaban sin control por mis ojos—Perdóname por todo lo que te eh hecho amore
--No hay nada que perdonar—Declaró ella—Entre nosotras, todo estará bien siempre
Mi estómago gruño, tan fuerte que parecía que dentro de mí vivía un monstro malvado que estaba dispuesto a salir para comerse a toda la humanidad.
--¿Ese fue tu estomago?—Nos separamos del abrazo y Jeanette me vio extrañada—Dime que desayunaste algo por lo menos antes de hacerme a mí de desayunar
--No exactamente—Torcí la boca—Realmente esperaba que mientras tu comías, yo me preparara un poco de cereal, pero no me dio tiempo con este pequeño altercado. ¿Entiendes?
--Si—Frunció el seño— ¿Y si te preparo algo para que comas?
--Está bien—asentí con la cabeza—Mi día empieza a ser maravilloso
--Lo será te lo aseguro—Recogió el mandil y se lo anudó a la cintura—Hoy es el mejor día de nuestras vidas
--Ya lo creo—Recargué mi barbilla en la mesa y mire la azucarera—No puedo imaginarme como serán ellos en vivo
De verdad no podía ni imaginarlo por más que lo intentara, era como si un plebeyo que jamás ha visto a su princesa, trata de imaginar su belleza, como olerá, como lucirán en ella las prendas reales y demás. Lógicamente cuando la vea, entenderá que ella es majestuosa y perfecta a sus ojos. Y que por mucho tiempo que paso imaginando a su musa, no es ni la mínima parte de lo que él pensaba.
Así pasaba conmigo. Tratar de figurarme como serían mis ídolos en vivo frente a mí, era una hazaña imposible.
Tan era imposible que las noches, las pasaba en vela. Me desesperaba el hecho que ni siquiera podía soñar con ellos. Mi mente no me lo permitía, se negaba a sacar de mi sistema a Javier. Se empeñaba en hacerme sufrir.
Una y otra vez por una u otra cosa el siempre aparecía para torturarme con su recuerdo. Estaba consciente que tenía que dejarlo ir. Por mi bien y por el de mis seres queridos.
--¿Qué pasa?—Jeanette se percato de mi distracción—Te noto algo… no sé nostálgica.
--No pasa nada—La mire—Solo mi pancita me gruñe y se me hace agua la boca, de imaginarme que me prepararas de desayuno
--Hahahahaha—Rio contenta—Ya verás es sorpresa
--Ok—Me levante de la silla--¿Te parece si pongo música?
--Claro—Sacó un montón de cosas de las puertecillas de la cocina—Pon lo que quieras
--Está bien—Me dirigí a la sala, y encendí el estéreo y pulsé el botón de play—Listo
Al instante, empezó “Human Connect To Human.” Mi canción predilecta, me la sabía a la perfección.
El disco de Humanoid City Live, era nuestro favorito y claro, era un pequeño adelanto de lo que veríamos en el concierto del día de hoy, lógicamente en el concierto sería mejor. Pero sabíamos que canciones corear.
Nuestro pequeño concierto privado sería lo mejor, ¿Por qué? Punto número uno: Solo éramos Jeanette, Tokio Hotel y yo, punto número dos: no había cabezas molestas enfrente de nosotras que no nos dejaban ver y punto número tres: teníamos lugares de primera fila y escuchábamos todo a la perfección. Ese era el privilegio de tener un concierto privado en casa.
Cantamos mientras ella cocinaba, mientras yo desayunaba y mientras limpiábamos el desastre de la sala y la cocina. Pero había algo más, Jeanette no lucia… alegre como siempre, había algo más en su rostro que no me gustaba. Ella tenía algo y trataba de ocultarlo, pero para su desgracia yo era demasiado perceptiva y me daba cuenta de sus cambios de ánimo.
--¿Qué pasa?—Le cuestione, mientras recogía los cojines del piso—Te noto diferente… ausente
--Nada—Acomodo un cobertor en el armario del pasillo—Estoy como siempre
--Ok—no me trague ese cuento, seguiría alerta—Te adoro como no tienes idea, recuérdalo siempre.
--Lo sé—Me sonrío—Yo también te adoro demasiado.
No dijo recuérdalo siempre también, digo no moriría por que ella no lo dijo, pero siempre que yo mencionaba un “Recuérdalo siempre” ella también me devolvía esa misma palabra. Y esta vez no lo hizo, así que algo pasaba, lo deduje al instante. Éramos muy emotivas una con la otra. Cuando no nos demostrábamos nuestro cariño era porque algo pasaba.
Y en estos momentos así era. Algo pasaba con Jeanette.
--Amore…quiero que sepas algo—Comencé –Siempre que me necesites aquí estaré… Para siempre. Mi apoyo será incondicional. Lo juro
--Gracias—Esbozó una sonrisa—Eres tan linda hunny…
Era muy obvio Jeanette me ocultaba algo. ¿Qué era? No tenía la más mínima idea. Pero si ella no confiaba lo suficiente en mí para decírmelo, debía ser algo muy malo… ó quizás muy privado.
--Y bien amore—Trate de entablar una plática, a ver si lograba que ella me dijera que pasaba— ¿Qué vamos a hacer, mientras esperamos a que den las 5:00 pm?
--Pues—Siguió acomodando los cojines del sofá—Qué te parece si primero vamos a mi casa por mi ropa y los boletos, después venimos aquí de nuevo, comemos muy ligero nos arreglamos y nos dirigimos rumbo al Palacio de los Deportes. ¿Te parece bien?—Me cuestiono mirándome a los ojos, como si quisiera que me diese cuenta de su sentir, pero a la vez lo ocultaba de mi—Si no pues podemos hacer algo más antes.
--No—Entre cerré los ojos, me concentre para descifrar los gestos de ella—Esta bien así amore.
--Perfecto—Acomodo el último cojín. Se dirigió al armario del pasillo y lo cerró—Bien, subamos para que nos pongamos algo encima y vallamos por la ropa y los pases para el concierto.
--Si—Asentí—Vamos.
Subimos las escaleras de madera, el tercer escalón rechinaba como en película de terror. Ella solo musito, en señal de desagrado por el ruido.
Seguimos adelante, en el camino me pude percatar que la forma hasta de pisar de Jeanette era distinta, ahora lo hacía como si arrastrara una tonelada de peso en su espalda. También sus brazos estaban a los lados, caídos como si estuviesen muertos. La espalda encorvada y la cabeza abajo, me recordaba a un niño pequeño castigado por su madre.
Las ondas de su cabello le cubrían el rostro, como una pantalla. No me permitían ver sus ojos. Lo único que se podía apreciar, gracias a los espacios que dejaban su mechones de cabello más rizados que los otros era su barbilla, a veces parecía un merengue, redondito y agradable. Su mentón hacia que su rostro semejara la forma de un corazoncito. Ella era realmente encantadora con su tez blanca, y sus lunares cerca de la boca, sus ojos grandes y cafés. Claro sin hacer por un lado sus pestañas rizadas y abundantes. Y como olvidar sus labios con tonalidad rosada, como los tonos que a veces aparecían al crepúsculo.
Como antes había remarcado, Jeanette era una beldad.
Me dolía ver que ella, pasara por situaciones difíciles y que yo no pudiera ayudarla.

Pensé en una forma de hacerla sentir mejor. Y de pronto a mi cabeza llego una grandiosa idea.
--Amore—Trate de impregnarle singular alegría a mis palabras--¡Vamos, rápido! Tengo una idea maravillosa.
--¿Cuál?—Mascullo con una pereza gigantesca—Dímela
--Mmmm… No—Salte de emoción. Me sentí por un momento en mi infancia, como cuando tenía cinco años—Si quieres conocerla debes venir tras de mí.
--Oh vamos, diana solo dímelo—Puso una cara como de enfado—Déjate de niñadas y solo habla.
--No—Seguí corriendo escaleras arriba—Ya te dije que si quieres saber, tienes que seguirme.
--¡Mierda!—Bufó—Está bien—Corrió escaleras arriba—Las cosas que me haces hacer mujer…
--¡Muévete anciana!—Reí—Debes ejercitarte más seguido. Siento que te dará un infarto, por solo subir unas míseras escaleras
--¡Cállate!—Siguió subiendo, se escuchaban sus jadeos—Porque cuando te atrape veras, lo anciana que puedo ser cuando te golpee.
--¡Quiero ver eso… ANCIANA!—Entre a mi habitación y me senté en la cama.
Espere a que Jeanette llegara, eso serían como unos tres o cuatro minutos más.
Ella no hacía ejercicio ni en Educación Física en la preparatoria. Eso significaba que no tenía condición física por ningún motivo. Así que seguramente llegaría exhausta a tirarse encima de la cama. Y allí seria el momento apropiado para, hablar con ella y hacerle cosquillas para sacarle una sonrisa.
Mi plan quizás fracasaría, ella tal vez me tiraría un golpe o me rechazaría. Cualquiera de esas opciones podía pasar. Pero esperaba que este propósito fuera exitoso, para poder ver siempre esa sonrisa amigable. Me encantaba cuando ella reía sin preocupaciones y estaba feliz. Yo haría lo posible por su estabilidad y tranquilidad. Tenía que protegerla de todo y todos. Incluso de ella misma.

Pronto llegó Jeanette y como lo había predicho antes, estaba absolutamente exhausta. No podía ni vocalizar una palabra. No tenia aliento.
Con su dedo índice y pulgar de la mano derecha me indico que la esperara un momento. Pegando las puntas de estos dos dedos. De forma que se formara un pequeño ovalo.
Se acercó a la silla de mi escritorio y se sentó. Respiro hondo, para recuperar el aliento. Y poder hablar o quizá insultarme.

Verla, jalar aire era tan gracioso. Su piel blanca se tornaba roja como si quisiese explotar. Y en su frente había gotas de sudor, estaba rendida. Como ya antes había recalcado, ella no tenia condición física. Su nariz estaba también impregnada de sudor y roja, como Rodolfo el reno.
Pronto ella tuvo que hacer su cabello hacia atrás, los risos le ocasionaban más calor. Su cabello era tan lindo, no era rizado ni liso. Era quebrado u ondulado cualquiera de las dos quedaba perfecto con su melena café y sedosa.
Se echaba aire con las manos, moviéndolas hacia adelante y hacia atrás. Como si fuesen abanicos.

--¿Cansada?—Me mofe, con un pequeño tono de sarcasmo en la voz— ¿O hacemos más ejercicio?

No me contesto. Solo me lanzo una mirada furtiva.

--Creo que ese es un no.
Me levante de un solo salto de la cama, me dirigí al closet. Saqué ropa para poder deshacerme del pijama. No podía salir de la casa con unos shorts y una blusa holgados y bastante cortos. Era un pijama. Así que hurgue en mi closet de caoba. Dentro de él había muchos ganchos con ropa para la temporada de invierno. Las prendas para las demás épocas del año estaban organizadas en los cajones que estaban del lado derecho del tubo de metal que iba de lado a lado del closet. Revolví un poco la ropa colgada, tenía que encontrar algo casual, pero no muy fachoso. Y allí estaban. Unos jeans de mezclilla, y una blusa blanca con estampado de cerezas. Las descolgué y las aventé a la cama. Tenía que encontrar un complemento para eso. Una chaqueta que hiciera juego con la ropa que acababa de escoger. Y sí efectivamente apareció una sudadera con cierre de color rosa claro. Bastante sport, casual y decente.
Di unos pequeños pasitos a la izquierda. Allí había más cajones. Del segundo saqué unos calcetines de tobillo, eran blancos con bordecillos rosados. Debajo del tubo, en el piso del closet para ser más exactos estaban todos mis preciados zapatos, tenis, botas, sandalias, alpargatas, zapatillas y demás. Tomé unos tenis converse negros de bota y cerré el closet. Me molestaba que el polvo se metiera a él.
Inmediatamente, me dirigí al baño. Allí dentro había un mueble donde estaban las sales de baño, toallas de mano, shampoo, jabones y otras cosas que hacían juego con la decoración del W.C
En el lavabo había cajones y unas puertas de madera. En el cajón del final del lado izquierdo, en el fondo estaba mi neceser de baño. Lo saqué y me disponía a bañarme, cuando oí un ruido. Se me erizó la piel. Al principio imaginé que era Jeanette, que había tirado algo. Pero no se alcanzaba a oír ningún movimiento en mi habitación. Así que salí.
Allí estaba mi inquilina. Parada en la ventana de mi habitación, con una cara de pocos amigos. Estaba que echaba chispas de molestia.
--¡Mierda!—Dio un puntapié a la pared— ¿Qué hace ese patán en tu casa?
--No tengo ni la más mínima idea de quién me hablas—Me acerqué a la ventana, y pude darme cuenta que era Javier el que estaba afuera. Me quede perpleja y me dirigí a Jeanette. —Créeme que estoy igual de sorprendida que tú
--Estúpido Javier—Frunció el seño--¿Ahora que busca aquí?—Hablaba consigo misma— ¿Qué no entiende que no debe acercarse a ti?—Seguía en un duelo con sus pensamientos—Tendré que amenazarlo. No estoy dispuesta a permitir que te haga más daño, por ningún motivo.
--Jeanette… por favor cálmate ¿Si?—Le pedí halándola de el brazo derecho—No saldré a atenderlo. Primero estás tú y no quiero defraudarte. Además yo no tengo nada de qué hablar con él.
--Bueno—Pensó las cosas, mientras miraba a la ventana y veía con odio a la razón de mis constantes depresiones—Está bien, pero promete que no, cruzaras ninguna palabra con ese… tipo.
--Te lo prometo—Le ofrecí mi dedo meñique de la mano derecha— ¿Pinky Promess?
--Pinky Promess—Declaró ella. Entre cruzando su meñique con el mio
--Amore, ahora me dare una ducha rápida después te toca a ti—Le tome la mano--¿Está bien?
--Claro que sí—Me dedico media sonrisa—No quiero llegar oliendo a lechón correteado al concierto. Qué pensaría Tom de mí—Rio—Eso no sería sexy, para mi chico.
--Créeme que no—Me burlé un poquito—Eso no conquista a nadie.
--Bueno, bueno. Ya vete a duchar. Que si no el tiempo no nos alcanzará—Soltó mi mano. De nuevo se portaba fría conmigo—Así que andando.
--Si—Me entristecí por su actitud—Claro.
Arrastré mis pies hasta el baño y me encerré en él. Me miré en el espejo. La tristeza me consumía. No podía creer la actitud repentina de ella. ¿Era porque había vomitado la leche? ¿Seguía enfadada conmigo por eso? No entendía nada. Me hería esta situación.
Es evidente que soy muy sensible. Algunos pueden decir que demasiado. Quizás si lo sea, quizás no. Pero era un hecho que en cuanto a Jeanette, me dolían mucho sus problemas y demás cosas que la hicieran sentir mal. Ella era una parte muy, muy importante y significativa para mí en todos los sentidos de mi vida.
Una vez más me mire al espejo y pude notar que de mis ojos se derramaban sin control lágrimas. Lágrimas de dolor.
--No debe ser nada, quizás esta en un día malo—Me repetí a mis adentros—No es nada Diana… No es nada…
Me di la vuelta, sequé las lágrimas de mis ojos. Me deshice del pijama, ropa interior y demás accesorios. Me paré debajo del grifo de la regadera y abrí la llave del agua caliente.
El inmueble se inundo en vapor. Se empañó la puerta corrediza y el espejo. Mis músculos se relajaban y destensaban con cada segundo que caía agua caliente sobre ellos.

Una buena ducha siempre me hacia meditar las cosas. Era el momento donde yo podía tener contacto cercano conmigo misma, sin que nadie interrumpiera mis pensamientos.

Pasaron tres minutos, y yo no reflexionaba nada. Mi mente estaba vacía. Lo único que pasaba allí dentro en esa cortina de vapor y agua caliente, era yo enjuagándome el cabello. No había nada más mi cabeza no estaba ocupada en nada. No tenía nada que pensar, nada que meditar, nada que reflexionar. Nada.
Esa nada no se me antojaba de buen augurio. Porque podía ser señal que me importaba muy poco lo que pasara con Jeanette ó que me estaba recuperando y no me deprimiría más.
Termine mi ducha. Cerré los grifos del agua, me envolví en mi bata. Tomé una toalla y enrede mi cabello en esta para que se secara un poco.
Me puse las sandalias y me dirigí a mi tocador del baño. La luz me hacía lucir, pálida y transparente. No tenía idea de por qué si mi piel es apiñonada. No tenía por qué lucir así.
No me detuve en ese pequeño detalle. Así que salí del baño y me dirigí a Jeanette.
--Ya puedes ducharte—Le indique señalándole con el dedo índice de la mano derecha, el baño que ahora estaba vació—Esta perfecta el agua, allí hay toallas, batas y creo que un par de sandalias más.
--Ok—Me confirmo—Solo dejo aquí mi reloj y me ducho—Se desabrocho la correa de su reloj y se introdujo en el baño—.Mientras tú te cambiaras… supongo
--Si.
Alcancé a oír como caían al piso las botas de Jeanette. Aun me sentía con esa sensación de nada. Decidí cambiarme lo más pronto posible. Así que de mi closet, del lado izquierdo en el tercer cajón saqué un juego de ropa interior. Cerré el cajón y una vez más el closet.
Me puse la ropa interior. Después me seque perfectamente entre los dedos de los pies y de las manos con la toalla, me puse los calcetines y después el pantalón.
Me seque perfectamente la espalda. No quería que mi blusa terminara toda empapada en la zona de la espalda, así que le puse suma atención a esta parte del secado. Cuando al cabo de unos treinta segundos de secado intensivo con la toalla mi espalda estaba seca, me puse encima la blusa. Me agache para tomar mis converse del suelo, pero me percate que casi todo lo que traía puesto combinaba, pero los tenis no ya que eran negros y todo el atuendo era rosa. Así que me puse las pantuflas que estaban debajo de la cama, y me dirigí por tercera vez al closet y busque entre los ganchos colgados una sudadera negra. Tenía que haber una, estaba completamente segura que tenía una.
Busque entre los ganchos del final y allí estaba, mi sudadera negra con cierre de Zara. La saque con todo y gancho. Me senté de nuevo en la cama y ahora sí era momento de calzarme mis converse. Y así fue, se me veían bastante bien. Ahora era el momento de la verdad, me puse la sudadera negra y hacia juego. Me quite esa sudadera y después me puse la rosa y a decir verdad yo lucia un poco… fuera de moda con los tenis negros. Así que opte por la primera opción, sudadera negra, jeans y tenis negros.
Colgué en el gancho correspondiente la sudadera rosa y la guarde en el closet. Puse a la mano el gancho de mi sudadera negra y cerré el closet de nuevo.
Me senté en la cama a esperar que Jeanette saliera de su ducha. Aunque… me daba tentación saber si Javier aun estaba allí afuera, merodeando en el frente de mí casa. Me paré de la cama y me dirigí a mi ventana.
Y así era. El seguía allí recargado en la portezuela de su auto mirando hacia la ventana de la sala. Como si estuviese esperando que yo saliera corriendo a abrazarlo o a recibirlo con los brazos abiertos.
No entendía nada de lo que él estaba haciendo. Seguramente, tendría que sentir algo viéndolo allí afuera. Pero no era así no sentí nada al ver a Javier de nuevo. Solo lo mire con desdén y se me salió algo.
--Estúpido jugador de soccer…No eras, ni eres ni serás el tipo de persona que me hace bien—Cruce los brazos—Fuiste mi peor error. El más absurdo que eh cometido
--Así se habla hunny—Sentí como Jeanette se acercaba lentamente—Así se habla…
--Lo sé—Miré con despreció una vez más a Javier—Estoy segura que, fui una total imbécil al haberme enamorado de él.
--De echo sí, pero no quise decírtelo por respeto—tocó mi hombro—Ahora sí diste en el punto amode, dijiste la mera verdad.
--Lo sé—No despegue la mirada de la ventana. Estaba segura que no sentía nada en estos momentos. ¿Pero sería así después? ¿Me arrepentiría de no haber hablado con él?—Jeanette mejor cámbiate te dará calentura por no abrigarte y no podremos ir a ese concierto.
--Es verdad—Entro al baño corriendo de nuevo.
Estaba segura de que no había escuchado a Jeanette salir del baño. Pero eso no me causo alerta alguna. Si no el hecho que no sentí nada. Absolutamente nada. Me sentía como muerta. ¿Era posible que en cuestión de días, minutos, incluso segundos, yo hubiera dejado de amar a Javier, si se suponía que le había jurado amor eterno? Al parecer así era, porque si yo aun conservara algún sentimiento por él, mi corazón o mi estomago hubieran tenido alguna descarga de adrenalina, que quizás yo hubiera interpretado como, amor, emoción, dolor, decepción, etc.
Pero no sentí nada más que un tremendo odio y asco por ese tipo.
Estaba consciente, que el amor era algo que no había conocido. Con Javier solamente me sentí medianamente querida y eso cuando él tenía tiempo para mí. Siempre ponía un pretexto para no estar conmigo. Me evadía y yo justificaba sus desaires. También llegue a la conclusión que no tuve jamás algo en común con él, nuestro noviazgo si a eso se le podía llamar así se basaba en una imagen. Yo siempre tenía que ir a sus partidos, sonreír decir que él era el mejor de todos y cuando acabara el partido, soportar sus fiestas para festejar llenas de ebrios de mal gusto. En la escuela, yo tenía que soportar sus vulgaridades con sus amigos, el me exhibía como un trofeo, un pedazo de carne que todos querían pero que el solo poseía. Esa etapa de mi vida fue tan superficial y no me di cuenta, porque estaba tan idiotizada con la ilusión del famoso “Primer Amor”. Estoy más que segura que lo que viví con Javier no fue mi primer amor, ni siquiera había amistad entre nosotros dos. Yo siempre era la que lo buscaba, para mendigar su atención. Yo parecía una total rogona buscándolo por toda la escuela, para pedirle que me llevara a casa en su auto. ¡Dios mío! Eso era tan pero tan estúpido. Lo peor que pude haber hecho.
Oía a la gente hablar de amor, de cómo se sentía amar y como se sentía ser amado. Aseguraban que era la tierra prometida, mejor que el oasis y que el mismísimo paraíso. Pero yo jamás sabría si aquello era verdad o solo patrañas inventadas por la gente, para causar envidia a los que no tenían una pareja. Mi corazón me decía que no. Que no había nada falso en aquellas palabras, solo que yo no tenía a quien amar, quien me amara y mucho menos idea de que es sentir fuego por dentro cada qué vez a esa persona, cada que te toca, que te besa, que su piel rosaba con la tuya, cada que su olor llegaba por una brisa hacia ti y tú te estremeces al reconocer su esencia. No lo conocía en el tema de amar a alguien yo era una completa inepta. Era ciega entre la multitud. Existía un enorme abismo entre el amor y yo. Algún día estaría lista para cruzar el abismo y sentir por alguien esa pasión, esa fuerza del amor.
Solo faltaba que ese alguien llegara a mí. No me importaba como o quien fuera, solo que me hiciera vibrar como nadie por él. Creía en el amor a primera vista así que, algún día pasaría alguien frente a mí y yo quedaría flechada al instante.
Un sueño bastante romántico y de novela del siglo VIII lo sé, pero yo era increíblemente romántica, era el tipo de chica, que escribía poemas, canciones e incluso disfrutaba de ver el cielo a la luz de luna. Podía pasarme horas con ese alguien especial para mí, mi romeo viendo películas a la luz de las velas con un traste lleno de palomitas y unas cuantas gomitas y fresas en otro recipiente.
Esos eran mis sueños. Muy románticos, quizás yo no debería estar viviendo en esta época del siglos XXI yo debería vivir quizá en el siglo IX ó VIII esa sería una época adecuada para mí. Romanticismo puro, verdaderos caballeros y amor del bueno.
Mi corazón y mi mente eran propios de un personaje de una novela. Me agradaba ser romántica y leal, pero con mis características era difícil encontrar a alguien apropiado para mí y que no se aprovechara de mi inocencia y pasara lo mismo que con Javier.
Yo prefería un amor limpio, puro, intenso, romántico, dulce, cariñoso, comprensivo y sobre todo para siempre. Que un “amor” de una noche. Como muchas de mis compañeras solían presumir en clase de gimnasia.
Bicho raro. Yo estaba en esa categoría, a mi edad mis compañeras ya eran activas sexualmente y con más experiencias de ese tipo que las mismísimas alumnas del último año de preparatoria. Verdaderamente sorprendente.
A mí no me llamaba la atención, esa parte de “una relación” porque a mi parecer, no puede haber sexo si no hay amor. Es totalmente inescrupuloso hacer un acto de amor sin él. Estaba en contra de las relaciones de una sola noche.
--Diana—Me llamo una voz dulce—Ya estoy lista, vámonos
Era Jeanette, yo estaba tan inmersa en mis pensamientos que no reconocí su voz al instante.
--Claro, vámonos—Me despegué de la ventana. Me situé junto a ella— ¿Tienes las llaves?
--Sí. Las de mi casa y las del auto—.Sacó del bolsillo de su pantalón los objetos en cuestión— ¿Tú tienes las llaves de tu casa verdad?
--Por supuesto que sí—Le aclare muy segura de mi misma—Están en el alero
--Cierto—Sonrió. Aunque aún tenía esa actitud rara—Entonces vámonos
--Ok. Solo déjame me pongo unos lentes—Me acerqué a mi tocador, cerca de la cama. De un cajón saqué unas gafas RayBan muy lindas y me las puse—Ahora sí estoy más que perfecta.
--Si tú lo dices hunny—Esbozó media sonrisa—Ahora vámonos que hay que cambiarnos.
Asentí con la cabeza.
Bajamos las escaleras hasta llegar a la puerta de mi casa. Allí afuera aun estaba Javier. No tenía ni idea de que era lo que esperaba, pero me tenía sin importancia.
Seguí caminando, hasta que oí el portazo que dio Jeanette al salir de la casa. Me imagine la cara que pondría cuando viera que Javier seguía allí.
--¿¡Tú qué demonios haces aquí!?—Le grito con suma rabia--¡¡Lárgate de aquí imbécil!!
--No—Declaro tajante él—Vengo a hablar con ella.
--Pues, ella no quiere hablar contigo así que vete, si no quieres que te eche a patadas—Puede realmente imaginar su cara. Ella tendría un gesto de odio infernal por él que me hubiese asustado si me diera la vuelta a ver su expresión—Así que ¡L A R G A T E!
--Ya te dije que no—Puso un gesto serio—Quiero hablar con ella.
--Yo no quiero hablar contigo Javier así que vete—Le aclare de lo más tranquila y muy segura de mi misma— ¡Vete!
--No me puedes decir que no quieres hablar conmigo. Soy muy importante en tu vida, no me salgas con que tus aires de dignidad—Se acercó a mí—Así que déjame hablar
--No—No se que expresión tendría mi rostro, pero él se alejó con ese no—No te creas tan importante. Que tú no eres nadie importante ni lo fuiste para mí. Así que hazte a un lado que voy a pasar.
Se quedo boqui abierto. Yo había sido muy clara con mis palabras así que no objeto nada. Caminé hacía el auto de Jeanette, ella venia tras de mí. Lógicamente ella estaba fulminando con la mirada a Javier, porque sí los ojos de Jeanette cada que ve a Javier fueran navajas él estaría absolutamente mutilado.
Jeanette quito la alarma de su auto y abrió los seguros todo con el control remoto de sus llaves. Subí inmediatamente al auto, me abroché el cinturón de seguridad y espere a que nos fuéramos. Javier me miraba con una cara de total idiota sorprendido, que me daba pena seguir mirándolo. Así que desvié la mirada al cenicero del auto.
Mi piloto dio vuelta bruscamente al volante para salir, como bólidos a su casa. Jeanette estaba molesta así que conduciría rápido, no haríamos más de diez minutos a su casa.
--Ese hijo de…--La interrumpí
--Jeanette, no vale la pena que gastes tu saliva insultándolo, no vale la pena—Sobre puse mi mano en la de ella. Su mano derecha estaba en la palanca de velocidades, pero aun así sobre puse la mía— ¿Cálmate quieres?
--No puedo—Refunfuño.
--Mira no vale la pena—quite mi mano—Pero si quieres darle más importancia, enójate. Eso es lo que él quiere.
--Tampoco quiero eso—Pisó más el acelerador—Quiero que deje de…
--¿Existir?—Eso era lo que ella pensaba. Yo lo sabia—Es eso ¿Verdad?
--Si—Lo admitió ruborizada—Eso quiero.
--Amore…Se lo que piensas—Me reí—Así que te puedo decir, que a veces deseo lo mismo, pero no es bueno pensar esas cosas. Mi mamá siempre dice que si deseas que algo malo le pase a alguien se te regresara por lo triple. Así que te soy sincera le deseo lo mejor a Javier, la vida le cobrara lo que ha hecho. No hagas justicia por tu propia mano amore.
--Está bien—Aun teniendo enojo, era evidente que algo le pasaba. Quizás era tristeza—Yo también le deseo lo mejor.
--Así se habla amore—Le sonreí—Ahora pongamos algo de música ¿No?
--¿Tokio Hotel?—Enarco las cejas.
--Claro.
De nuevo en el auto, estaba Tokio Hotel. Teníamos que estar bien listas para corear todas las canciones en el concierto, ya sean en alemán o en ingles. Debíamos saberlas de principio a fin.
El camino, aunque había música, fue terriblemente monótono. Jeanette seguía de lo más rara y fría que nunca. Si algo me llegaba a sacar de mis cabales era la monotonía y si no hacia algo rápido para entretenerme, terminaría por meter la pata, preguntándole a Jeanette que era lo que le pasaba, cosa que ella no me diría. Porque si no me confío su secreto desde el principio era por algo. Aunque cabía la posibilidad de que ella quería que yo le preguntara. Esa era una cosa que no había pensado. No era la favorita pero, podía ser.
La mire de reojo y ella también me miró. Esto era, una conexión muy loca y divertida. Me fascinaba.
Pensé en algo en cuanto nuestras miradas se cruzaron. Era algo loco. Quería intentar si ella adivinaría cada pensamiento que yo tuviera con solo verme. Inmediatamente, recibí la respuesta.
--Si diana juguemos—bajo de volumen la música—Se lo que piensas.
--Bien.
Me quité los lentes. Dejé al descubierto mis ojos, con ojeras que desgraciadamente eran hereditarias jamás se irían a menos que usara maquillaje para cubrirlas. Me disgustaban esas estúpidas ojeras. Aun así me deshice de los lentes, los puse en la guantera del auto. Jeanette era la única persona que me veía sin maquillaje desde los 15 años. Ni mi madre me veía sin maquillaje. Solo ella. No me apenaba que me viera así con mi aspecto de muerto vivo. Y a ella tampoco le disgustaba.
--Empieza hunny, lograre adivinar todo lo que piensas—Fanfarroneo.
--Bien—Pensé en un delicioso helado de yogurt con amaranto encima y la mire.
Ella me miro, y hablo.
--Piensas en comida—Busco un poco más en mis ojos—Helado
--¡Maldición!—Pensé hacia mis adentros—Adivino, pensare en algo más difícil.
Tenía la mente ocupada en el helado, realmente quería uno. Se me antojaba con amaranto y un poco de moras. Dios Nutrisa hacia los mejores helados naturistas del centro comercial al que siempre íbamos.
--Ok—Le dije—Veamos si adivinas este—Pensé en un delicioso plato de espagueti casero con queso manchego encima y la mire.
Jeanette de nuevo miro mis ojos y de inmediato me respondió.
--De nuevo comida—Se rio—No piensas en otra cosa. Si no mal no estoy, por el brillo de tus ojos piensas en el espagueti que tu mamá hizo el martes.
--¡¡Mierda!!—Había adivinado de nuevo, esta conexión era divertida—Pensaré en algo mejor que no podrás adivinar.
--Claro—Tosió tratando de ocultar su risa. Se regodeaba, estaba siendo fanfarrona de nuevo—Inténtalo.
--Ya verás, ya verás—La amenacé.
Pensé y no se me ocurrió nada. Hasta que vi un espectacular, de Peta donde salían los gemelos Kaulitz, en pro de no al maltrato a los animales. Los dos se veían guapos. Pero pensé en Bill. Recordé el video de Tokio Hotel Tv donde le revisan los oídos. Imágenes dolorosas para él, pero eso fue lo primero que se me vino a la cabeza.
Antes de mirar a Jeanette, moje mis labios con la lengua.
Y dirigí mi mirada hacia ella.
--Piensas en comida de nuevo—Error esta vez se equivocaba—Tragona
--Estas en un error amore—Le recalque—No estaba pensando en comida.
--Claro que si—Musitó—Te mojaste los labios, pensabas en comida.
--No, no es así. Pensaba en otra cosa—Recordé en que pensaba—Te equivocaste.
Me lanzó una mirada furtiva. Y regreso su vista al camino. Creo que no se percato del gigantesco espectacular de Peta. Y por lógica no vio a su amado Tom Kaulitz y mucho menos a Bill.
--No te creo ni la mitad—Masculló
--No me creas. Pero no pesaba en comida—Me reí—Si supieras que veía te molestarías porque no te avise antes.
Miro a su alrededor.
--No me digas que veías a ese policía holgazán que está en la esquina—Me vio de reojo—Porque me daría vergüenza, saber que así era.
--No, no era eso lo que veía—Me regodee
--¿Entonces qué demonios era?—Inquirió intrigada— ¡Dime que!
--Pues—Avanzó como una loca cuando el semáforo dio luz verde, piso el acelerador a fondo—Hace unos kilómetros atrás había un espectacular gigantesco de Peta—Le señale en qué dirección—Entonces tú sabes que gemelos alemanes son los modelos ¿No?
--¿¡Qué!?—Se freno en seco— ¿Había un espectacular de los gemelos Kaulitz y no me dijiste para que viera a Tom?—Arrugo la nariz— ¡Que mala onda!
--No. No fue por eso que no te dije. Si no por qué sabía que te pondrías así—Le explique con sumo sosiego—Mejor cálmate, que hoy mismo veras a Tom en vivo y en directo. Pero si no llegamos a tu casa no creo que lo veamos.
--¡Cállate, no me digas que hacer!—Me gritó—Se perfectamente lo que pasara si no llegamos rápido a mi casa.
--Menos mal, entonces apresúrate por favor—Le pedí amablemente.
--Si. Mala amiga. Vez espectaculares de los gemelos y no me avisas. A pero eso sí te pones a mandar como patrona—Estaba realmente indignada conmigo—Nada más eso me faltaba.
--Lo siento—Lo dije con el corazón en la mano—En verdad siento no haberte dicho. Perdóname ¿Sí?—Le suplique—Anda di que sí.
--No lo sé—Se estaba haciendo del rogar—Déjame pensarlo. No sé si te merezcas mi perdón.
--Si lo merezco. Anda perdóname—Le imploré.
--Te comunicare mi decisión cuando lleguemos a mi casa—No cedió—Mientras no quiero oírte mascullar nada durante lo que queda de camino.
Me estaba tratando como niña chiquita. Me estaba castigando.
--Sí—apenas alcancé a oír yo misma mi voz. Baje la cabeza—Entendido…

De nuevo sumergida en la monotonía era algo que me molestaba.
A mi cabeza llego una maravillosa idea. Vigilaría cada movimiento de Jeanette para averiguar qué era lo que le pasaba. Aun no lograba descifrarlo. Pero si ponía la suficiente atención estaba segura de que lo lograría.
Me recargue en el respaldo de modo que yo pudiera ver con toda comodidad el rostro de ella. Y así comenzaría mi labor.
Pude notar que el aspecto de su piel era transparente, parecía que estaba demacrada, como si no hubiese comido nada durante semanas. También me percate que sus labios estaban resecos como un desierto.
Sus ojos no brillaban. Eran opacos, como en una fotografía de papel mate. Debajo de sus ojos había unas ojeras. No eran tan marcadas como las mías, pero allí estaban en un tono más claro que el violeta. Se veía cansada y harta.
Sus manos fue lo que más me sorprendieron. Sus uñas estaban mordisqueadas, un índice de estrés o de algo más. Pero se veían fatales. No tenía ni idea del porque no me había percatado de ese detalle. No me podía perdonar el que no le pusiera la atención suficiente a Jeanette. Estaba siendo egoísta, solo hablando de mis estúpidos problemas sin importancia e idioteces sin sentido. En vez de escuchar lo que ella tuviese que contarme.
¿Siempre tenía que ser yo la víctima? Esa pregunta tenía una respuesta sencilla y bastante egoísta. Soy muy egoísta en muchos sentidos. Es algo que no he podido combatir por mucho que lo intenté.
Me gustaba ser el centro de atención de Jeanette. A decir no solo me gustaba, me fascinaba. Eso era algo malo lo sabía de sobra. Pero como antes había dicho. Soy egoísta en muchos sentidos y uno de ellos y de los más importantes era Jeanette y disfrutaba tanto cuando ella me confortaba y me hacía sentir una persona buena. Me molestaba siquiera pensar que ella dejara de ponerme atención. Que dejara de ser su hunny.
No podía soportar esa idea. ¡Era Aberrante!
Pero también estaba consciente que tenía que dejar de ser tan dramática por el bien de ella. Aunque me costara su atención. Su valiosa atención.
Cruce mis brazos y mire hacía la ventana. Estaba molesta conmigo misma. No era normal tanto egoísmo en una persona.
--¿Qué pasa?—Pregunto.
--Nada—Declaré cortante.
--Te conozco dime que pasa—Insistió.
--Nada, estoy bien—Le mentí.
--Si es por lo del perdón, sabes de sobra que siempre te perdonare hunny—Me sonrió.
--No. No es por eso. Estoy bien de veras—Soy un saco de falsedad—No tienes por qué preocuparte—No quite la vista de la ventana, así me era más sencillo mentirle a Jeanette—Y se que tu eres una persona muy buena y que siempre perdonas mis errores y te lo agradezco.
--Bien—No quedó conforme con mi respuesta. Pude sentirlo en el modo que me respondió.
--En cambió veo que a tus uñas no les ha ido muy bien. ¿Verdad?—La cuestione por esas manos tan terribles—Ese manicure no te queda.
--Ah… hablas de mis dedos. Lucen asquerosos lo sé—Cambió de velocidad con la palanca—Son los exámenes—Jeanette no sabía mentir—Tú sabes, trabajos y demás cosas.
--Que extraño. Porque mis exámenes se suponen que son dentro de dos semanas—La mire a los ojos—Y creo que vamos en la misma escuela, en el mismo grado, diferentes salones. Pero creo saber que las fechas de exámenes para la preparatoria son las mismas. A menos que tú goces de privilegios especiales y te hagan antes a ti las evaluaciones—La confronté—Así que dime que pasa en verdad.
--No en verdad son los exámenes—Volvía a mentir. Le saldría nariz de pinocho—Estoy al borde de la locura por las décimas extra que trato de conseguir para no reprobar ninguna materia. En especial Ciencias.
--Ah…Mira—No quede conforme con su respuesta tonta—Pues qué raro que no me hallas dicho absolutamente nada. ¿Yo te pude haber ayudado no crees?
Estaciono en auto enfrente de su casa. Y apago el auto.
--¿Por qué no me crees?—Me miró con esos ojos grandes, café caoba. Sus ojos reflejaban dolor. Así que no me trague nada más--¿No crees en mi palabra?
--No es que no te crea Jeanette, es que tus ojos me dicen otra cosa—No iba a ceder ni un momento.
--¿Y qué es lo que te dicen?—Se puso a la defensiva--¿Eh que es lo que dicen?
--Me dicen que sufres, que hay dolor en tu alma y tu actitud me lo confirma—Estaba siendo directa. En mi no era habitual pero si quería averiguar que le pasaba a Jeanette para ayudarla tenía que ser contundente—Así que se sincera y dime qué te pasa.
--¡¡Sabes que no tengo nada!!—Golpeo el volante del auto--¡¡Siempre dramatizas todo!!
--Dime lo que quieras, pero tú tienes algo y no me vengas con esa mierda que dramatizo las cosas—Le Grite—Y si soy dramática aun así me quieres ¿no? ¡¡Así que quítate esa pose de no tengo nada y dime que carajos te pasa!!
--¡¡Me tienes harta!!—Salió del auto y entro enfadada a su casa.
Yo también estaba harta de mí. Pero ahora lo que me importaba era averiguar que tenía mi hermana del alma. Así que salí del auto hecha una fiera.
--¿Y si te tengo harta porque sigues siendo mi otra mitad eh?—Vocifere con fuerza—Dímelo si tanto me odias deberías dejar de ser mi ángel guardián ¿no?
--¡¡Ahhhhhhh!!—Berreo con desesperación desde su casa—¡¡Eres insoportable!!
--Deja de comportarte como un bebe—Camine a la puerta de su casa—Madura un poco y habla conmigo como una persona civilizada
--¡¡Maldita sea solo déjame sola!!—Se oyó como subía las escaleras de su casa--¡¡Quiero estar sola!!
Me petrifiqué allí parada en la puerta, jamás había dicho que quería estar sola. Era la primera vez.
No sabía si respetar lo que ella pedía o si meterme a la casa e indagar más. Estaba en un dilema, por un lado ella me pedía que la dejara sola, con su dolor. Y por otro mi amor por ella me decía que fuera, que ella me necesitaba.
Escuché al corazón y fui detrás de ella. Saque la llave que estaba debajo de la maceta de helechos y abrí la puerta. Coloque la llave donde la encontré.
Y subí las escaleras a encontrarme con una parte esencial de mi vida y de mi corazón que por nombre llevaba Jeanette. Cuando entre estaba tirada en el piso llorando. Y lamentándose.
--No más por favor no más—Se decía a sí misma—Ya es demasiado, para mí.
Me acerque a ella, sentándome a su lado. La abrace.
--Cálmate estoy aquí contigo—Seque sus lagrimas de los ojos—Siempre voy a estar aquí.
Me miro a los ojos, indefensa y sensible. Su nariz roja y sus ojos también, me causaban un tremendo dolor. Me disgustaba verla triste y llorando. Y me disgustaba no poder ayudarla, no poder absorber su dolor y tenerlo yo todo sobre mis hombros para que ella no sufriera.
--Ya no puedo más—Me dijo entre lagrimas—No puedo es demasiado.
--Pequeña estoy aquí contigo—Bese su frente—Aquí estoy, deja salir lo que sea que sea. Yo te ayudare, daré mi vida si es necesario para que dejes de sufrir.
--Diana estoy cansada, de estar siempre sola. No tengo a quien amar—Lloraba mientras estaba recargada en mi pecho—Odio esta soledad.
--Pero no estás sola—Le aclaré—Me tienes a mí.
--Yo se que te tengo a ti, pero tú no me puedes dar la clase de amor que yo necesito—Abrazo sus rodillas—Yo necesito a un chico.
--Los chicos solo hieren nuestros corazones—Trate de mirar su ojos pero no pude--¿Eso es lo que quieres?
--Si—Metió la cabeza entre sus piernas—Quiero pasar por todo eso, es lo normal en una relación.
--¿Y terminar como yo?—Le cuestioné.
--Tú no entiendes. Yo solo quiero sentir que me aman, amor de un hombre y una mujer—Lloro aún más—Eso quiero, solo eso…
--No puedo entender, ni concebir que quieras sufrir—Realmente no lo entendía—No puedo si quiera imaginarte a ti padeciendo lo mismo que yo. No puedo. Es sencillamente aberrante.
--Solo dilo—Sollozaba—Soy masoquista.

MAS QUE UNA HERMANDAD

MÁS QUE UNA HERMANDAD.
Pasamos a lo mucho, media hora en esa tienda y no había nada que me convenciera para comprarlo, así que salimos de Carolina Herrera, para dirigirnos a Salvatore Ferragamo. Allí siempre había zapatos que me hacían feliz.
Entramos a la tienda, y de inmediato pude ver unos botines hermosos, como en efecto de película, esos botines era lo único que mis ojos veían, lo demás era borroso y sin importancia. Corrí hasta esos zapatos, que estaban creados para mí. Los tome, me aferre a ellos y sonreí mucho.
--Cálmate amode, así terminaras por destruir esos botines, los estas apretujando demasiado.
--Es que son tan hermosos—Me sentí por un momento el gollum smeagol del señor de los anillos, cuando dice “Mi precioso” –Es que míralos Jeanette son tan perfectos.
--Sabes, la cara que acabas de poner me da miedo
--¿Por qué?—Inquirí sin dejar de ver con inusual insistencia esos bellos botines—Dime
--Porque estas poniendo una cara como de placer, cosa que me asusta demasiado—Se alejo unos pasos—Creo que estas enamorada de esos botines.
--Algo así—frote los botines contra mi mejilla izquierda—Es que son tan hermosos y se me verán perfectos.
--Si bueno, pruébatelos y vamos a comprar lo demás que ya es tarde—Me señalo viendo su reloj—Recuerda que tenemos que empezar el proyecto de el Sr. Banner
--Si—Regrese al mundo real—Esta Bien
Me quite los zapatos de tacón que traía puestos para medirme esos botines. Me quedaban perfectos estaban hechos para mí. Como diría mi mamá me quedaban como guante.
--¡Jeanette Míralos!—Me miré al espejo, enfocando mi mirada en los pies—Son, son simplemente…
Jeanette me había interrumpido
--Lindos—Me sonrío condescendiente—Ahora cámbiate de nuevo los zapatos, tenemos que seguir con las compras, el tiempo se acaba.
--Si—Me cambie el calzado una vez más--¡Oh no puedo esperar a ponerme estos lindos botines para el concierto!
--Lo sé—Miró hacia la nada--¡El concierto!—Eso era lo que más la emocionaba—Oh… el concierto
Termine de ponerme mis zapatos y de guardar los botines en su caja correspondiente, cuando mire de reojo a Jeanette, seguía perdida en su pensamientos. Quizás era otra cosa, pero ella estaba absolutamente fuera de este mundo.
--¿Qué pasa amore?—La mire con detenimiento, traté de descifrar lo que le pasaba—Dime, ¿Qué pasa?
--Nada—Declaró tajante.
--No me digas… Tú tienes algo así que dime, puedes confiar en mí—Tome su mano, estaba fría y sus dedos engarrotados—Dime anda… ¿Qué pasa?
--Es solo que pienso—Apretó mi mano fuerte, la choco contra su pecho, estaba abriendo su corazón conmigo—Que… solo pienso que las cosas van mejorando, pero hay algo más que no logro descifrar, solo siento que hay algo más.
--Y te esta atormentando—Apreté un poquito más su mano, estaba tratando de hacerla sentir que contaba con todo mi apoyo, y así era—Puedo sentirlo… Ese algo más te está asfixiando
--Si—Desvió la mirada, pude notar que los ojos de Jeanette tenían un inusual cambio, quizá ella tenía ganas de llorar y las estaba reprimiendo—Bueno no me asfixia a decir verdad—Una vez más evito mi mirada—Solo siento que hay algo más
Me percaté que ella estaba evadiéndome, así que me pare de mi pequeño sofá. Deje la caja sobre el asiento de piel negra. Me acerque a ella y la abracé con todas mis fuerzas. Besé una de sus rosadas y blancas mejillas y de nuevo la abracé.
--Amore confía en mí—Le hable al oído—Somos más que hermanas y puedes decirme lo que quieras ¿De acuerdo?
--Si—Oí su respiración algo diferente y su voz no era la de siempre—Lo sé
--Tú solo confía en mí, deja salir lo que sea que tengas dentro—La conforte—Solo déjame entrar, si no como te ayudare.
--Está bien—Hundió su cabeza en mi cabello, pude sentir su respiración en mi oído—Oye
--Mande
--Esa chica de la caja, nos mira raro—Se puso alerta—Me asusta la forma en que nos ve
--Déjame ver—Me separe de Jeanette y me voltee, era cierto la chica de la caja nos miraba raro como si fuéramos bichos, no dejaba de lanzar miradas furtivas en nuestras dirección—Es cierto, no sé que nos ve
--Ni yo—Declaró—Es mejor que nos vallamos de aquí
--Si, solo déjame pagar los zapatos y vamos a otra tienda donde no nos miren feo—Tome la caja del asiento de piel—Estas cajeras tan… extrañas me dan paranoia
--Dímelo a mí, sentí como si me quisiera enterrar un cuchillo o algo por el estilo.
--No digas eso—La tomé por el brazo derecho—Ni de broma, yo no sé qué haría sin ti
Me sonrió cálidamente.
--Y yo no sé qué haría sin ti—Empezamos a caminar hacia la caja—Me sentiría vacía hunny
--Yo a decir verdad, me sentiría al borde de la locura, estoy tan acostumbrada a estar siempre y a cada segundo contigo—La mire a los ojos y le sonreí—Siempre juntas ¿De acuerdo?
--Siempre juntas
Jeanette estaba a punto de abrazarme cuando la señorita de la caja, interrumpió.
--¿Puedo ayudarles en algo?—Lo dijo en un tono de hastío que realmente ofendía—Señoritas…
--Si—Camine hacia la caja y puse está en la mesa, le lancé una clase de mirada retadora, para que dejara de vernos así, claro sin olvidar el tono de mi voz que era muy presuntuoso—Cóbrame estos zapatos ¡Cajera!—Quizás me oí muy despectiva diciéndole así, pero me disgustaba la forma en que nos miraba—Tengo prisa, así que hazlo rápido.
--Claro—Tomó mi caja muy molesta, reviso el contenido y me miro—Estos botines son bastante caros—Lo dijo como si insinuara que no me iba a alcanzar o algo así— ¿Tarjeta de crédito ó Efectivo?
--Efectivo—Le señale, sacando el fajo de billetes de el bolsillo de mi pantalón—Solo dime cuanto es…
--Son $11000 pesos—Había dicho el precio con tal placer, como si esa cajera supiera que no me iba a alcanzar con el fajo de billetes que yo traía—Señorita
--Está bien—Estaba segura que en mi mano no había tal cantidad, a lo mucho había cerca de cinco mil pesos, pero no once. Esa… mujer trataba de humillarme, pero no lo iba a permitir—Oye pero si pon la caja en una bolsa de papel ok
--Si claro—Metió los zapatos en la bolsa que le había pedido, pero aun así esperaba que en mi fajo de billetes estuviera la cantidad que me había pedido--¿Algo más?
--Nada más—Estaba a punto de entregar mis míseros cinco mil pesos, para ser vil mente ofendida cuando ella me dijera que hacían falta seis mil pesos más—Aquí esta…
Jeanette me interrumpió antes de que entregara el dinero…
--Hunny mejor paga con la tarjeta ya vez que después te dan puntos por pagar con ella—Me había salvado la vida con eso, ella sabía cuando yo estaba en aprietos y siempre me sacaba de ellos—Así después y te regalan algo los del banco por un uso consecutivo de la tarjeta.
--¡Claro! Es una buena idea amore—Saque la tarjeta de mi cartera y se la di a la encargada—Aquí esta—Me guarde mi fajo de billetes en el bolsillo del pantalón de nuevo—Por favor apresúrate, tengo prisa
--Claro—Menciono ella con fastidio. Se le había arruinado su plan de avergonzarme—Espere un momento mientras paso la tarjeta—Deslizó mi plástica salvación por la ranura de su estación esta hizo unos ruiditos—Listo, aquí tiene. Gracias por su compra
--Gracias—Tome la bolsa de la mano de la encargada y me dirigí a la salida—Vamos amore que se nos hace tarde.
--Si ya voy hunny—Pude oír los pasos de Jeanette hasta que llego a mi lado—Deberías de ver la cara de la tipa esa
--La veré—Me di la vuelta y le eche una ojeada a la encargada. Me miraba con odio o algo así ¿por qué? No lo sabía a ciencia cierta--¡Dios mío pero que mujer tan amargada!
--Si, así es—Jeanette de nuevo tomo mi mano—Pero ahora vamos a comprar lo demás
Tomé la puerta de cristal por la manija y la halé hacia atrás, cuando escuche la estupidez más grande que pueda existir en este planeta.
--¡Que paso?—Le pregunto alguien a la encargada que hacía unos momentos nos atendía--¿Te dijeron algo?
--No—Declaro ella—Es solo que no me agrada mucho atender lesbianas
Cuando escuche tremenda sandez me pare en seco. Sentí como la sangre me hervía y también que un choque de corriente eléctrica pasaba por mi cuerpo hasta llegar a la punta de mis cabellos. Se acalambro mi mano derecha. Inmediatamente Jeanette me miro perpleja.
Me di la vuelta y me dirigí hacia esa encargada, que era tan… Estúpida. ¿Quién se creía ella? No tenía derecho a juzgarme ni a mí ni a nadie y mucho menos a Jeanette. ¿Qué no se había visto en un espejo? Ella que era regordeta, baja, de tez blanca, pero con un cutis mas grasoso que una dona recién frita, llena de imperfecciones, dientes chuecos , cabello escaso y voz de juguete chirriante, claro sin omitir que su atuendo de trabajo le quedaba chico, pareciera que la ropa explotaría por tanta presión. ¿Acaso ella tenía derecho a ponerse a juzgar a quien entrara a la tienda a comprar?
--Disculpa, ¿Acabo de escuchar que me llamaste lesbiana a mí y a mi acompañante?—Si ella llegaba a negarlo le daría una tunda allí mismo—Responde
--No—Esa desgraciada había osado mentir, negó lo que acababa de decir hacia unos segundos antes, yo tenía que darle su merecido—Jamás diría eso—Lo había hecho de nuevo mintió—Señorita
--Mira tú… --Jeanette me interrumpió, me tomo por el brazo y se postro delante de mí.
--Quiero hablar con el gerente—Declaro ella muy segura de sí misma—Ahora mismo
--Claro que si señorita—Le había cambiado el color de la cara a esa empleada deshonesta racista—Ahora mismo lo llamo.

Se movió de su lugar de trabajo, y corrió como un pingüino hasta una puerta negra detrás de un mostrador de caoba.
Entonces Jeanette me dio un tirón por el brazo, para que yo quedara al frente de ella, y así fue quedamos frente a frente.
--Oye—Comenzó a hablar—No puedes andar por la vida echándole pleito a cualquiera que te llame lesbiana o me diga a mí lesbiana
--¿Qué?—No podía creerlo ella me pedía que no la defendiera— ¿Me estás diciendo que deje pasar por alto el hecho que te llamen lesbiana?
--A si es—Lo dijo con una calma que me asustaba—Déjalo pasar, tú sabes que no lo soy con eso basta ¿No?
--Pues—En ese punto tenía razón—Si, pero no me gusta que te insulten ¿Entiendes?
--Lo sé y te lo agradezco—Me sonrío—Pero deja que la gente piense lo que quiera, aquí lo que importa es lo que pensamos nosotras dos ¿No crees?
--Si—Baje la cabeza—Tienes razón…
--¡Hey! No bajes la cabeza ¿Si?, Recuerda que mañana es el concierto de Tokio Hotel—Sonrió, pude notarlo porque la vi de reojo—Así que arriba esos ánimos Hunny
--Cierto—Sonreí muy fuerte, estaba feliz—Tenemos que disfrutar ese concierto al máximo
--Lo sé—Al parecer se imagino algo—Ya me veo gritándole cosas a Tom
--Hahahahaha—Me reí con todas mis fuerzas—Si yo también ya te imagine.
--Si—Sonrió aún más—Tom
--Bueno, bueno y para todo esto ¿Dónde está la incompetente esta?—Mire con desdén el establecimiento—Porque muy gustosa bien que nos dijo lesbianas, pero no afronta las consecuencias de lo que dice la muy cobarde
--¡Cálmate!—Puso los ojos en blanco—No creo que aun llegue a una frontera del país. Así que no debe estar muy lejos.
--Pues más le vale—Crucé mis brazos. Estaba muy molesta—Porque yo iría por ella.
--¿Te quieres calmar pequeña Terminator?—El gerente salió de su oficina o lo que fuera con la señora esa detrás de él—Ya ves allí viene el Gerente y con tu escapista detrás
--Más le valía venir—Mascullé
--Ya—Me dio un pellizco en el hombro izquierdo—Shh… Déjame oír que dirá la señora esta cuando ponga una queja
--Ok—Me sorprendió su plan—Está bien me callaré
El gerente sé acercó a Jeanette y detrás estaba esa… señora
--¿Deseaba hablar conmigo señorita?—Inquirió con mucha educación—Me informaron que así era
--Si así es—Apareció un gesto de seriedad en el rostro de Jeanette—Quiero poner una queja
--Si dígame ¿Cuál es?
--Pues aquí la señora, que nos atendió y que ahora está detrás de usted—Jeanette señalo a la implicada con la mano—Al salir de la tienda, nos llamo lesbianas. Cosa que nos molesto mucho
--Ok—El gerente miro bastante feo a su torpe empleada—Continúe
--Pues, aquí mi amiga—Me tomo por el brazo—Vino a reclamarle el insulto y su empleada lo negó todo—Yo asentí con la cabeza—Y creo que eso es bastante deshonesto porque prácticamente había gritado que mi acompañante y aquí su servidora éramos lesbianas. Por puro valor cívico debería de sostener las cosas que dice ¿No cree?
--En efecto señorita—Bufo—Le ofrezco de antemano nuestras más sinceras disculpas a las dos
--Está Bien—Yo sabía que Jeanette se estaba aguantando las ganas de reírse de la cara que estaba poniendo la empleada—Las aceptamos, pero con una condición
--¿Cuál?—Pregunto el señor—Dígame estoy a sus ordenes
--Que esta señora nos ofrezca una disculpa sincera, a las dos por habernos dicho lesbianas.
--Eso no tenía que pedirlo, ella se disculpara por lo que hizo—Se hizo a un lado y dejo al descubierto a la señora—Discúlpate con las señoritas.
Ella se acerco a nosotras. Puso una cara de vergüenza que parecía sincera.
--¡Discúlpenme por favor no era mi intención ofenderlas!—Se le quebró la voz—De verdad perdón
--Disculpa aceptada—Dijimos Jeanette y yo al unísono
--Gracias—Declaro ella
--De nada—Mencionamos—Bueno ahora tenemos que irnos, tenemos más compras que hacer
--Claro que si, las acompaño a la salida—Menciono el Gerente
--Gracias—Le sonreí—Cuídese mucho, que tenga lindo día
--Igualmente—Menciono
Salimos de la tienda, y nos dirigimos a Max Mara, para ver que había de nuevo en los aparadores. La verdad no había nuevo. Bueno si pero no era apto para el concierto, así que seguimos caminando. Hasta que encontré un puesto rodante dentro del centro comercial. Vendía accesorios y ropa a la moda. Me pareció una buena idea comprar lo faltante allí. Tenía mejores cosas que una tienda de marca. Había varios collares, anillos y pulseras de donde escoger y unos hermosos Jeans de tubo de mezclilla que estaban hechos justo para mi, una blusa negra hermosa muy delgada y apta para un concierto ya que por lo mismo de que era delgada la tela no me asfixiaría del calor en el inmueble, también había un lindo suéter negro tejido hasta la cintura muy calientito a mi parecer, y una linda bufanda negra también de tela liviana. Mi atuendo perfecto para el concierto quizás me costaría menos de $1500 pesos. Estaba contenta con ello. Así que me acerque a el puesto y comencé a preguntar precios de lo que me interesaba.

Terminaron las compras. A fin de cuentas me gaste como tres mil pesos en accesorios y la ropa, maquillaje y demás. Pero estaba lista para el gran día.

Jeanette y yo caminamos hasta llegar a las escaleras eléctricas del centro comercial. Teníamos las manos llenas de bolsas.
Estábamos felices la habíamos pasado muy bien. Aunque para ser sincera tenía bastante hambre, mi estomago hacía ruiditos extraños. No habíamos comido absolutamente nada desde las nueve y media de la mañana en la preparatoria y ya eran las siete y media de la noche. Ya era justo que comiéramos algo.
--Tengo hambre Hunny
--Yo también tengo hambre amore—Con esfuerzos le tome la mano, tanta bolsa me lo impedía—Prefieres comida rápida o vamos a tu casa a comer algo o si prefieres a la mía.
--Vamos a la tuya hunny—Me soltó la mano por un momento, las bolsas se le iban a caer—Siempre haces unas cenas bastante ricas
--Lo sé, hahahaha—Reí jubilosa—Ya sabes cuando quieras
--Bueno apresurémonos porque aun hay que buscar el tema para el proyecto del Sr. Banner
--Cierto—Llegamos al final de las escaleras eléctricas del lugar—Tengo una pregunta amore
--Dime Hunny
--¿Cómo abriremos el auto si traemos las manos bien ocupadas?—Seguí caminando con cuidado, mis tacones no eran muy seguros si no veía por donde caminaba por las bolsas--¿Estará difícil no?
--Ni tanto solo pongo unas cuantas bolsas en el piso abro la cajuela y las meto y ya—Me explico mientras se adelantaba al auto—Así que andando, pero por favor camina con cuidado no quiero que te rompas el cuello un día antes del evento más importante de nuestra vida
--Lo sé—Seguí caminando con cuidado—No debo morir
Jeanette, llego hasta el auto y guardo las bolsas. Regreso hasta mi lado para ayudarme, ella sabía que yo corría el peligro de matarme en el intento de llegar sana y salva a la cajuela de nuestro vehículo
--Dame acá no confío en tu equilibrio—Me quitó las bolsas de la mano izquierda—Solo trata de caminar rápido pero seguro ¿De acuerdo?
--Si
Me apresure hasta llegar a la cajuela, ya allí se mofó de mi tardanza
--Una tortuga hubiera llegado antes que tu
--Calla y abre la cajuela
Abrió la cajuela, metimos las bolsas y nos dirigimos a la parte de enfrente. Cuando der repente nos salió de la obscuridad ese tipo acosador.
--Hola Diana—Salte del susto, casi grite--¿Puedo hablar contigo?
--No—Estaba al borde del infarto—Vete
--Pero esque…--Jeanette interrumpió
--Que te vayas, ve como hiciste que se pusiera—Se acercó a él, sentí que ella lo golpearía—Vete ¿no oíste?
--Está bien—Puso cara de perrito regañado—Yo solo quería decirle lo que siento por ella
--Pues no se lo digas, o la mataras de un susto—Frunció en seño—Y si quieres hablar con ella, que sea de día y no salgas como un rufián ni te plantes frente de ella, porque le provocaras una crisis de algo.
--Está bien, ya entendí. Me voy
--Más te vale amigo—Jeanette me miro una vez más--¿Hunny estas bien?
--Creo que si—Traté de recuperar el aliento—Entraré al auto, allí estaré mejor
--Si, sabes que mejor vámonos a tu casa inmediatamente, valla a salirnos otro loco—Se metió al auto, al mismo tiempo que yo, cerro la puertezuela de un solo tirón—Hunny cierra la puerta.
--Si ya voy—Cerré la puerta y me abroché el cinturón de seguridad—Vámonos… me siento algo rara
--Es el susto Hunny—Encendió el auto—Pero en lo que menos esperes veras que estaremos en tu casa
--Está bien—Susurré—Me late muy fuerte el corazón
--Trata de calmarte—Encendió la radio—Mejor oigamos a Tokio Hotel
--Si—Asentí sumisa—Eso es mejor
Jeanette, puso de nuevo vía WIFI la radio oficial de Tokio Hotel. Mencionaron el concierto del día siguiente e inmediatamente empezó a sonar “Komm” Jeanette se la sabia de cabo a rabo. Yo también pero estaba demasiado asustada para cantar. Así que solo recargue mi cabeza en la puerta, con la ventana abierta para ver si se me bajaba el susto.
Cerré los ojos un momento. La música me arrullaba.
Cuando abrí los ojos Jeanette estaba bajando las cosas de la cajuela. Estábamos en la cochera de mi casa.
Cerré los ojos de nuevo. Hasta que oí un golpeteo en la ventanilla de mi puerta.
--Hey ya llegamos hunny—Miraba por el vidrio—Anda, vamos adentro para que te tomes algo para el susto.
--Está bien—Me quite de la ventanilla y comencé a desabrochar el cinturón de seguridad. Sentía que los músculos de mi vientre me dolían más que nada—No me siento nada bien amore—Cerré por completo la ventanilla—Me duele mucho el vientre.
--Nena es por el susto—Me ofreció la mano para ayudarme a levantarme del asiento de piel, mullido de su auto—Gracias—Tome su mano y me levante con cuidado. Falsearon un poco mis pies—Es que siento que los oídos me zumban
--Es por el susto—Me ayudo a despegarme de la portezuela para poder cerrarla y poner la alarma—Vamos adentro ya allí te sentirás mejor te lo aseguro.
--Ok—Me sostuve de Jeanette, de verdad sentía que me desmayaría—Gracias por estar conmigo
--No me agradezcas
La mire. Me di cuenta que en verdad había una conexión muy especial entre nosotras dos. Ella sabía con seguridad las cosas que yo sentía o pensaba con solo verme a los ojos. Eso ni mi madre podía hacerlo. Solo Jeanette, aunque últimamente le estaba fallando la conexión, porque no se dio cuenta de las cosas que le eh ocultado, que obviamente tenían que ver con Javier y mis sentimientos encontrados
--Te quiero más que a nada Jeanette—Le dije mirándola a los ojos y sonriendo—No sé qué haría sin ti la verdad
--Ni yo sin ti—Llegamos al pórtico—Hunny saca la llave
--Claro—Busque la llave de la casa en mi pantalón—Amore… Qué crees… La llave no está aquí debe estar en mi ropa sucia de hoy en la mañana—Seguí hurgando en mi bolsillo--¿Qué vamos a hacer?
--Pues saca la llave de el alero
--Cierto—Me reí—Tu sabes todo—Saqué las llaves del alero y abrí la puerta—Listo—Guarde de nuevo las llaves en el alero—Vamos
--Si—Caminamos hasta la sala de mi casa—Déjame meter las bolsas, las deje aquí alado de maseta de helechos de tu mama
--Te ayudare—Me pare detrás de la puerta para mantenerla abierta y ayudarla a meter los paquetes a fin de cuentas eran míos—No puedo dejar que todo lo hagas tu.
--Está bien—Sonrío—Toma—Me paso las bolsas y yo las fui acomodando en el sofá—Ahorita que acabemos de meter los paquetes inmediatamente iremos a ver cómo te queda la ropa
--Si—Me emocioné
No tardamos mucho en meter los paquetes y muy pronto de lo que imaginábamos ya estaba yo arriba en el baño de mi habitación probándome la ropa.
Me quedaba bien ó solo era la euforia de probarme las prendas para el concierto. Eran las dos
Salí del baño.
--¿Y Bien?—Modele un poco--¿Qué te parece?
--Te ves genial—Se quedo perpleja—Lucirás muy bonita mañana en el concierto
--Gracias, no puedo esperar a que sea ya el concierto—Di unos brinquitos—Estoy emocionada
--Lo sé igual yo—Gruño el estomago de Jeanette tenía hambre—Por dios tengo hambre
--Lo sé… Yo igual—Gruño mi estomago—Me cambiare rápido para bajar a hacer algo der comer para las dos
--Está bien hunny, pero apresúrate—Se recostó en mi cama y cerró los ojos— ¡Tengo Hambre!
La escuche desde el baño y le conteste
--Ya oí—Me estaba quitando la blusa—Dame un segundo mas
--Apúrate o moriré de hambre—Se oyeron sus pies golpeando contra la duela, como si estuviese pataleando en un berrinche—Me muero… Tengo Hambre
--Ok ya te oí—Salí del baño el puro brassiere, sin blusa ni nada, solo el brassiere y los jeans y mis botines hermosos de marca—Iré a hacerte algo de cenar, no quiero que mueras.
--Gracias—Me miro— ¿Y tú que vendes?
--Nada, solo iré a hacerte de comer—Apague la luz del baño y cerré la puerta—Así que vamos abajo
--Bueno—Se paro de la cama—Vamos
Bajamos las escaleras hasta llegar a la cocina de mi casa. Saque cereal de la alacena, leche del refrigerador, un plato del mueble y una cuchara del cajón de los cubiertos.
--Toma—Puse todo sobre la mesa—Sírvete esto mientras pongo los roles de canela en el horno de micro ondas
--Ok—Tomo las cosas de la mesa se las acerco—Y también te pondrás algo encima ¿verdad?
--Si solo déjame hacer esto rápido—Me moví deprisa a poner el paquete de roles en el micro ondas en un platón—Cuando escuches que el horno acabo de calentar los roles me avisas ¿De acuerdo?
--Si—Se metió una cucharada de cereal a la boca—Claro
Subí rápidamente las escaleras para cambiarme. Entre a mi cuarto e inicie a cambiarme. Mientras desabrochaba mi pantalón y bajaba el cierre me llego a la mente el hecho de que mañana era el concierto. Y estaría delante de mis ídolos vestida tal y como lo estaba ahora. ¿Me veía realmente bien? Eso solo sabría cuando saliera a la calle y algún tipo vulgar me dijera un piropo. Eso era un buen indicio que iba bien vestida. No estoy diciendo que me agrade solo que es un buen indicio. Baje los pantalones hasta la mitad de mis piernas, me senté en mi cama para quitarme los botines.
Baje el cierrecillo de estos con cuidado y me quite cada botín con cuidado y los puse en su caja. Termine por bajarme por completo los pantalones y sacármelos de un tirón. Busque mí short de pijama en mi cajón de los pijamas. Y mi blusa. Cuando Jeanette grito.
--¡Hunny, ya están!
Salí de mi cuarto y baje de las escaleras sin blusa de nuevo. Únicamente con calcetines y mi short rosado. Traía la blusa con estampado de cerezas en la mano izquierda. Al entrar casi corriendo a la cocina me caía los calcetines y el piso no hacían buen juego. De no haber sido por la cornisa de la mesa me hubiese caído horrible.
Me apresure a sacar los roles de canela del horno, lógicamente antes había tomado un guante para no quemarme. Los puse sobre la mesa.
--Aquí están—Sonreí mientras acomodaba el platón en la mesa—Listos para comerlos
--Gracias—Declaro ella mientras acababa su cereal--¿Y tú no piensas vestirte jamás o me estas presumiendo tu flacucha fisonomía?
--Ninguna de las dos—Deje caer el guante en la mesa—Ahora mismo me pongo mi blusa—Tome la rosada blusa y me la puse—Ya ves ya soy de nuevo una persona vestida.
--Menos mal—Tomo un rol con cuidado—Ya estaba empezando a dudar de que comes todos los días, estas demasiado delgada
--Cállate—Me senté a la mesa—Tu sabes que si como, es solo que no engordo, eso es raro sabes
--Si lo sé bastante raro—Mordió su rol
--Sabes no tengo hambre—Mire con asco la comida—Se me fue el apetito
--Hunny tienes que comer, no quiero que te desmayes o algo así a medio concierto—Siguió comiendo de su rol—Me preocupas
--Si ya sé pero es que no tengo hambre—Aleje de mi vista el cereal y los roles—Mejor me iré a dormir en cuanto acabe de asear los trastos
--Bueno si tu quieres—Torció la boca en señal de desacuerdo—Pero deberías de beber siquiera un vaso de leche
--Después ¿Si?—Me pare de la silla y me dirigí al fregador—Ahora tengo que lavar esto.
Me puse a lavar los trastes, mientras tarareaba algo que estaba en mi cabeza. No tarde en lavar, quizás era porque estaba cantando o porque no eran muchos trastos pero el hecho era que no tarde nada.
--Listo ya acabe—Le sonreí mientras me secaba las manos con la toalla—Ya esta saciada tu hambre o ¿quieres algo más?
--No así está bien—Termino su leche—Ahora solo lo que quiero es que bebas un delicioso vaso de leche con chocolate ¿te parece?
--Si—Solo lo bebería por puro compromiso, no tenía ganas de nada—Pero que mejor sea leche sabor fresa, hoy no quiero chocolate
--Está bien como quieras—Se paró de su asiento—Yo lo preparare, solo dime donde está el saborizante
--En la puertecita de arriba de la tostadora—Le indique con el dedo—Allí esta
Saco el producto y preparo mi leche. Me ofreció el vaso de leche rosada con gran ímpetu, pero de tan solo verlo se me había revuelto el estomago por completo.
--Gracias—Trate de controlar las náuseas y le di un trago a la leche—Deliciosa—Le mentí y seguí bebiendo sin parar hasta acabarme el vaso por completo—Me siento mejor
--Lo sabia—Sonrió de oreja a oreja—Solo límpiate los bigotes de leche
--Claro—Con el ante brazo de la mano derecha limpie los restos de leche de mi cara—Vámonos a dormir ¿sí?
--Por supuesto—Me tomo por el cuello y subimos las escaleras poco a poco—Dime ¿Mañana iremos a la preparatoria o nos quedaremos aquí todo el día para arreglarnos a la perfección y esas cosas?
--Pues prefiero que nos quedemos aquí—Sentí que me iría para atrás de las nauseas, así que puse mi mano derecha sobre la pared—Me gustaría asegurarme que luzco bien
--Perfecto
--Bueno iré a quitar las bolsas de la cama—Me quite de encima el brazo de Jeanette y subí corriendo las escaleras hasta llegar a mi cuarto, caí sobre mis rodillas, estaba realmente mareada--¡Mierda no puede ser!—susurré—No sé qué demonios me pasa—metí todas las bolsas debajo de la cama—Tengo muchas nauseas
Jeantte entro a la habitación algo confundida por mi arrebato.
--¿Te pasa algo?—Me pregunto mientras me ayudaba a guardar las cosas en las bolsas y meterlas debajo de la cama—Te siento algo distante


--No nada—Me enfoque en las bolsas, si la miraba a los ojos se daría cuenta de algo—Es solo que muero de sueño e imagino que tu también, por eso me apresuro a quitar todo esto de la cama, para poder dormir.
--Está bien—No parecía muy convencida, me lo decía el tono de su voz—Te ayudo
--Gracias
Continué metiendo y acomodando bolsas debajo de la cama hasta que acabe.
--Amore ya puedes dormir—Le dediqué una sonrisa fingida, no era porque no quisiera sonreírle, me sentía rara por eso no me salió natural—Iré al baño creo que ese vaso de leche viajo rápido, tengo ganas de hacer pipi
--Ok ve—Seguía sin estar del todo convencida sus ojos me lo gritaban—Lávate los dientes que no se te olvide
--Si—Cerré la puerta del baño, que para mi favor era muy gruesa y no se escuchaba nada, si estaba bien cerrada, así que me aseguré de que lo estuviera—Ya vengo
--Claro—Se tapo con las cobijas y se hizo pelota por el frio—Ten cuidado con el piso
--Si—Sellé prácticamente la puerta, así no se escucharía si yo vomitaba la leche—Buenas noches
Me mire al espejo, no tenía la apariencia de siempre, mi rostro se veía como chupado y también habían aparecido en mis ojos unas horrorosas ojeras. Me veía blanca ó pálida a decir verdad no logre ver bien.
Porque cuando menos lo esperé llegaron las ganas de vomitar, corrí a la taza del baño, levante la tapa y el asiento y… paso lo que tenía que pasar vomite toda la leche. Esperaba que Jeanette no hubiera escuchado nada, porque si no me regañaría y me daría toda una cátedra de las enfermedades por no comer bien y por provocar el vomito y esas cosas.
Me enjuagué primero la boca y después lave mis dientes. Use mas enjuague bucal de lo normal para que mi aliento no me delatara.
Me lave la cara con agua bastante fría. Y salí de mi baño para meterme en las cobijas. Apagué la lámpara de noche y cerré los ojos.
--Buenas noches—susurré
--Buenas noches
Tome mi celular del buró y puse mi alarma a las 12:00 am.
Me acurruqué de nuevo. Y me quede profundamente dormida.

domingo, 28 de noviembre de 2010

HUYENDO DE LA REALIDAD

HUYENDO DE LA REALIDAD.

Era ese chico, el que había visto en la cafetería, me estaba siguiendo.
--Jeanette cuando cuente tres tenemos que correr de aquí—Le indique con un tono de histeria en la voz—Así que prepárate.
--¿Pero por qué?—Inquirió asustada— ¿Qué pasa?
--Nada—La hale por el brazo—Tú solo hazme caso ¿Está bien?
--Ok
--Mira, ahora tú solo sigue cada indicación que te dé—Me acerque a ella simulando que le hacia un comentario referente a las bolsas que se mostraban en el aparador—Mira ese tipo acechándonos, como todo un depredador sexual
--Diana me estas asustando—Se aferró a mi brazo derecho--¡Vámonos de aquí ya!
--No. No podemos huir así, sería muy evidente—La abracé—Así que actúa lo más natural posible
--Está bien… Lo intentaré—Tomó mi mano y suspiro—Cuando tú digas
--Ok, intenta fingir que no te gusto nada del aparador—Pude notar mediante el reflejo que el tipo se acercaba cada vez más a nosotras, así que era urgente subir, para pedir su ayuda—Se inicia la cuenta regresiva ahora mismo amore.
--Tres
--No, no. No lo digas así se escucha muy evidente—Apretó un poco mi ante brazo—Piensa en otra forma.
--Está Bien, lo diré de otra forma
--Ok—Sonrió—Estaré lista
--Ready
Jeanette sonrió. Ella sabia captar mis indirectas muy directas, sabia a que me refería diciendo “Ready”.

--Set—Menciono ella.
--Go
Corrimos despavoridas por las escaleras eléctricas, sin importarnos nada a nuestro paso. Una ancianita se nos quedo viendo feo, porque al correr a su lado le habíamos tirado su bolsa llena de brassieres. Pero era urgente huir a costa de la ropa interior de cualquier persona, así fuera de la tercera edad o no.
Cuando llegamos a la cima de las escaleras, buscamos a un oficial de seguridad del establecimiento, pero no lo encontramos. Ese gañan se acercaba cada vez más a nosotras, nos pisaba los talones.
Estaba absolutamente segura. Si ese tipo se acercaba más yo haría justicia por mi propia mano. No estaba dispuesta a permitir que le hicieran daño a Jeanette, por ninguna razón. Y mucho menos si yo estaba presente. Era un hecho, el sé acercaba terminaba invalido o eunuco.
Tomé de la mano a Jeanette y me dirigí a la tienda más cercana. Nos metimos en ella.
--Aquí estaremos a salvo—Trate de recuperar el aliento, correr con unos tacones de 15cm de alto por escaleras eléctricas me había dejado exhausta—Hay que buscar a un oficial de seguridad aquí.
--¿Y si no hay?—Jeanette tosía, también estaba exhausta— ¿Qué vamos a hacer si no hay ninguno?
--Debe de haber uno—Estaba sujetándome de lo que tenía a la mano, sentía que me iba a desmayar—Dime ¿En que tienda de prestigio, como esta no hay en cada establecimiento un policía, para cuidar que no se roben nada?
--Pues… --Se quedo pensando—Tienes razón debe haber aquí un policía. Hay que buscarlo
--Si
Ambas caminamos por la tienda. ¿Cuál era? No sé solo me introduje en ella sin ver, así que seguí caminando con Jeanette. Pude notar que había varios vestidos y ropa de moda. Pero no Logré identificar que tienda era.
--Hunny, mira allí hay un policía—Me halo de la blusa— ¡Vamos, vamos!
Estaba distraída, tratando de identificar la tienda, así que no le hice mucho caso a Jeanette, al parecer la ignore.
--¡Diana!—Me grito desde el otro lado de la tienda— ¡Que vengas te digo!
Acudí lo más rápido posible que mis tacones me permitían.
--Mande—Trate de poner mi mejor cara— ¿Qué pasa Jeanette?
--Mira, encontré a un policía, hablemos de lo que nos paso
--Si—Me quede pensando—Empieza tu primero.
Jeanette se acercó al policía. Y se planto delante de él
--Hola—Sonrío— ¿Podría hablar con usted?
--Claro—Declaro él
--Mire—Jeanette comenzó a relatar—Allí abajo en el estacionamiento, mientras mi amiga y yo veíamos las bolsas del aparador de Louis Vuitton, un tipo extraño se nos acercó y nos comenzó a seguir.
--¿Enserio?—Parecía que el policía ignoraba lo que decía Jeanette— ¿Y después que pasó?
--Pues—Interrumpí a Jeanette
--Pues, el caso es que ese tipo, tiene una cara de ratero, y es un gran riesgo para su tienda señor, lo más recomendable es que de parte de esto a el equipo de seguridad—Tenía que decir eso, o ese policía no haría caso de lo que le estábamos relatando—Realmente debería hacerlo—Traté de que mi voz transmitiera un tono de intriga para que él actuara y se asustara—Imagine que ese tipo entre a esta tienda a robar. ¿A quién le echarían la culpa? A usted. Así que yo en su lugar actuaria.
Jeanette continúo mi idea de asustar al policía.
--Claro que si usted… --Dejó al policía en suspenso
--¿Qué si yo qué?—Ya se notaba un tono de paranoia en su voz—Dígame que si yo qué…
--Pues… --Me quede callada
--Dígame señorita, dígame—Empezó a cambiar el aspecto de su cara, se notaba pánico en ella, no era mi intención asustarlo pero era la única forma de hacerlo reaccionar— ¡Por Favor Dígame!
--Está bien—Accedió Jeanette a decirle algo al policía—Seria de gran ayuda tanto para usted como para nosotras que tomara su radio y comunicara a la base de seguridad lo que le dije. Porque si no usted ya sabe que pasaría. Ese tipo podría robar aquí. Así que usted decide.
El policía inmediatamente, entro en su pequeño cubículo y busco entre sus cosas su radio. A mi parecer la idea de hacerlo sentir mal había funcionado.
Mire a Jeanette tratando de darle a entender con mi mirada que todo había salido perfecto.
En ocasiones había llegado a pensar que, me entendía de una forma muy especial con Jeanette, ella siempre que le lanzaba miraditas y demás me entendía. No necesitaba preguntar o que yo le dijera las cosas. Había una comunicación más allá de lo normal. O algo por el estilo.
Me devolvió la mirada.
El policía al fin había encontrado ese radio y comenzó a buscar la frecuencia.
Su radio emitía un sonidito bastante ensordecedor.
--Por favor pare de hacer eso—Le suplique, sentía que mis oídos sangrarían—Es molesto
--Si perdón señorita, es que no encuentro la frecuencia—Siguió moviendo la perilla del radio—Listo ya la encontré
--Está bien entonces llame a sus jefes—le ordeno Jeanette—Que su radio hiere los oídos de mi amode.
Le lanzó una mirada de odio.
El policía obedeció y estableció la comunicación.
--Jefe, aquí guajolote caído, ¿me copia?—Se escuchaba interferencia— ¿Me copia?
--Aquí águila calva, ¿Qué pasa?
--Pues con la novedad que hay un sujeto extraño en la zona de estacionamiento-Louis Vuitton
--¿En esa zona?—Se oía alguien riendo al fondo—Tengo a Domínguez trabajando allí, no me ha reportado nada.
--Lo que pasa jefe es que el sujeto extraño, correteo a unas muchachitas hasta la tienda.
--¿En qué establecimiento estas?
--Pues ahorita estoy en la tienda de Hugo Boss
--Ok, mandaremos refuerzos, cambio y fuera.
Puse los ojos en blanco, los códigos para identificarse eran tan graciosos que me estaba costando mucho trabajo no reírme de ellos.
--Listo mis lady’s, ya le comunique al jefe su cuestión—Sonrío y dejo al descubierto su dentadura a la cual le hacían falta los dos dientes de enfrente—Ya pueden estar tranquilas y seguir comprando.
--Gracias—Dijimos al unisonó—Pero que gentil es usted—Sonreímos fingidamente—Seguiremos comprando.
--Ya saben aquí estoy para servirles.
Jeanette me lanzó una mirada y me dirigí hacia donde ella. Caminamos hasta donde estaban los sacos para caballeros.
--¿Tú crees que si le hagan algo a ese acosador?—Me miró a los ojos, casi como si quisiera escudriñar mi alma—Porque al parecer a ti te molesto mucho que nos siguiera
--Pues—Pensé en que era lo que le iba a contestar, cuando me miraba así era porque sospechaba algo—Yo creo que ni siquiera lo van a encontrar
--¿Por qué dices eso?—Simulo que le interesaba un saco negro, y me miraba fijamente—Anda dime
--Pues porque, el guajolote caído jamás me pregunto cómo era el susodicho
--Tienes razón—Miro por encima de mis hombros—Mira allí enfrente esta Carolina Herrera, podemos ir y ver que te acomoda más.
--Claro—Deje las cosas en su lugar—Vamos
Tome la mano izquierda de Jeanette y salimos de la tienda, dimos vuelta a la izquierda y caminamos de frente, porque para llegar a la tienda de Carolina Herrera teníamos que dar toda la vuelta, en medio había una especie de traga luz, así que seguimos caminando por todo el pasillo viendo, tiendas de zapatos, ropa para niños, maquillaje, tiendas de mascotas, restaurantes de cortes argentinos de carne, una tienda de discos y hasta una tienda de aditamentos para casas de muñecas.
Jeanette, me tomo por la coyuntura de mi brazo derecho y me mostro un poster de Tokio Hotel, que estaba en un espectacular del pasillo.
--Hunny, ya no aguanto la emoción—Salto de la alegría—Quiero verlos ya
--Lo sé, lo sé—Por un momento pude sentir emoción por el concierto, sentía como la energía corría por mis venas—Imagínanos hasta el frente gritando y coreando sus canciones. ¡Qué emoción!
--Oh, imagina como se verá Tom—Sonrío y se puso roja—Se verá tan sexy como siempre
--Puedo imaginarlo, pero seguramente se verán mejor Jeanette, los cuatro se verán geniales.
--Es verdad.
--Oye, vamos a la tienda, recuerda que tenemos también que empezar el proyecto del Sr. Banner—Puse los ojos en blanco—Ese maestro en verdad es tan patético que me da lástima de tan solo verlo.
--A mi también—Miro el techo—Sabes que este techo está lo suficientemente alto como para que el Sr. Banner se suicide.
--Hahahahahahaha—Me reí mucho—Es verdad
El Sr. Banner era el maestro más patético de toda la preparatoria, porque siempre andaba vestido igual que el día anterior. Pantalón color azul marino, camisa a cuadros y un tonto suéter encima de cuello redondo, zapatos negros y su típico portafolios, claro si hacer por un lado que el hombre era calvo, bueno no calvo, a decir verdad tenía el cabello al estilo de Carlos Bianchi, también tenía nariz aguileña, piel morena y una voz bastante chistosa. Y lo más destacable del Señor Banner era: que era tan patético que todo mundo lo vilipendiaba a su antojo. Y él jamás decía nada.
Quizás era por la materia que impartía. Todos los maestros que hasta ahora Jeanette y yo conocíamos que impartían español, eran tan miserables que realmente daban pena ajena. Pero un caso tan grave como el Sr. Banner era difícil de creer.
--Jeanette—Le llame con un tono de voz que ni yo logre identificar--¿Puedo preguntarte algo?
Note un gesto de sobresalto en su cara.
--Si dime—No quito en ningún momento ese gesto--¿Qué pasa?
--Tengo miedo.
--¿De qué?
--De que no encontremos mi atuendo y luzca horripilante en el concierto—No me atreví a decirle lo que realmente quería decirle—Ese es mi miedo
Relajo su rostro
--No te preocupes, para eso estoy yo aquí—Me empujó hasta la entrada de la tienda—Anda entremos, veras que todo saldrá bien, aparte tenemos otras tiendas de donde escoger.
--Si lo sé—Traté de ocultar una vez más, lo que sentía—Entonces manos a la obra
Entramos a la tienda y fue genial ver tanta ropa y tan a la moda. Sentí una descarga de energía al ver zapatos, blusas, jeans, camisas, suéteres había de todo allí. Pero eso no me quitaba de la cabeza el momento en que conocí a Javier. El ver a ese chico en la cafetería y que hiciera lo mismo que hizo Javier, me había dejado vulnerable.
Miles de recuerdos atacaban mi cabeza y por consiguiente le hacían daño a mi corazón.
Era difícil de asimilar, pero desde ahora por mi bien y por el de mi Jeanette tenía que aprender a vivir con el dolor. Y vivir la vida. Aunque lo que más me dolía era, no poder disfrutar como debía el concierto de Tokio Hotel.
Tenía que obligarme a hacerlo porque no dejaría pasar esa oportunidad, por tres razones:
Uno: Jeanette había pagado esta vez los boletos para el concierto
Dos: Era el mejor concierto “Welcome To Humanoid City” y el mejor espectáculo
Tres: Estaría hasta el frente y podría observar con detenimiento a mis ídolos.
Por eso mismo, dejaría mis ahorros en las compras de este día. Todo sea por salir adelante.

lunes, 22 de noviembre de 2010

UN RAYO DE ESPERANZA

UN RAYO DE ESPERANZA.
Al momento de virar hacia atrás noté que era un chico bien parecido. De mi estatura, no me era de desagrado, pero pues. ¿Qué confianza tenía el conmigo para decirme hermosa?, ni siquiera lo conocía. Y quizás me estaba sobre pasando un poco pero, tampoco iba a estar muy feliz que me dijera hermosa cualquier tipo.
Le trate de sonreír un poco y seguí mi camino. Fue grosero, lo sé. Pero no estaba de humor para socializar con nadie.
Mientras caminaba, a mi mente llegaron imágenes de cuando conocí a Javier. Justamente había sido en la cafetería.
Antes de que siquiera la nostalgia apareciera, Jeanette me llamo desde la mesa donde habitualmente nos sentábamos a comer.
--¡Hunny, siéntate ya¡--Sonrío—Es hora de comer.
--Claro, es hora de comer—Me saboree la comida—Es todo tan delicioso.
Empezamos a comer, todo era tan rico y lucía tan bien la comida. Jeanette y yo casi nunca hacíamos dietas, siempre comíamos lo que se nos antojaba, a diferencia de las anoréxicas que se encontraban en la escuela.
Mientras comíamos nuestros deliciosos alimentos, Jeanette menciono de nuevo el próximo concierto de Tokio Hotel, ella casi me estaba rogando para que fuera con ella a ese concierto.
--¿Hunny ya tienes listo que te vas a poner para ir al concierto?—Picaba sus papas con los dedos mientras esperaba mi respuesta—Porque no me puedes decir que aun no compras tu atuendo para el concierto.
Yo no me sentía con las fuerzas suficientes para hacerlo, pero si quería cambiar tenía que empezar con el pie derecho.
--Pues… tenía pensado en algo, pero creo que no me gusta mucho—Desmigaje mi panque con los dedos, mientras veía hacia la ventana evitando los ojos de Jeanette ó ella se daría cuenta que yo mentía—Así que esta tarde yo iría a tu casa para que me acompañaras a comprar algo al centro comercial.
Me comí las moronitas de mi panque, mientras esperaba que Jeanette pegara tremendo grito, porque le estaba mintiendo. Pero jamás pasó al parecer si estaba creyendo que ya era otra. Que había dejado de ser esa depresiva de antes.
Así que continué con mi propósito.
--Y bien… ¿Qué dices?—Me metí una papa a la boca— ¿Me acompañaras?
--Pues claro que si
--Genial—Aparente una felicidad inmensa, casi me asfixiaba con la papa, eso me ayudaría a que Jeanette creyera mi felicidad— ¡Eres la mejor!—Ella realmente era la mejor, no tenía la culpa de lo que me pasaba—Veras que la pasaremos genial escogiendo que ropa comprar.
--Si lo sé, pero debe de ser esta tarde, porque después no podremos, ya ves que tenemos que hacer lo del proyecto del Sr. Banner—Tomó un sorbo mi soda—Y ves que ese maestro es todo un fastidio. Así que debe ser hoy mismo, saliendo de clases.
--Lo sé, ese maestro es todo un caso—Bebí de mi soda—Sabes me da mucha curiosidad si está casado ó si tiene vida social.
--Ese es un gran misterio amode—Mordió su Hamburguesa y me hablo con la boca llena—Sabes un día hay que preguntarle si existe la Sra. Banner.
--Cierto—Comencé a comer mi pastel—Pero sabes también qué me intriga
--¿Qué?—Mordió de nuevo su hamburguesa, termino el bocado y empezó a hablar de nuevo--¿Qué más te intriga?
--¿Quién va a lavar mi ropa sucia?—Me metí otro pedazo de pastel a la boca—Porque mi mama no va a querer. Ya ves como es.
Jeanette siguió comiendo como si nada, parecía que no me había escuchado nada de lo que le había dicho hacia pocos momentos antes, hasta que interrumpió mi acto de desmigajar mi último panque de chocolate.
--Oye ¿Ya te diste cuenta que ese tipo de la mesa que está cerca de la ventana que da el patio principal, no deja de verte?—Se comió el ultimo pedazo de hamburguesa que le quedaba y continuo hablando– ¿Lo conoces?
Intrigada mire a ver quién era ese tipo del que Jeanette hablaba. Era él el tipo que me había dicho hermosa en la fila para pagar la comida. ¿Por qué me veía? Ignore lo que me había dicho Jeanette, y mire hacia otro lado tratando de evadir a ese tipo.
--No sé de quién me hablas—Termine mi soda, era lo único que me faltaba para acabar de comer—Yo no veo a nadie.
--Mira allí enfrente de esta mesa, hay un chico de cabello rubio, piel blanca, que te está mirando—Me señalo con la mano en qué dirección debía mirar, una vez más me hice la occisa y ni mire hacia donde ella señalaba—Aquí enfrente, ¿Si te das cuenta?
--No Jeanette no veo a nadie—Fingí de nuevo – ¿Estás segura de que alguien me ve? –Estaba poniendo en duda la cordura de Jeanette, no me gustaba hacerlo, pero era mi única salida—Yo en verdad no veo a nadie.
--Maldita sea—Enfureció—Mira aquí enfrente
No podía fingir más, tuve que mirar o Jeanette se iba a enfurecer más y por experiencia, no es conveniente hacerla enojar.
--¡Ahhhh!—Aparente sorpresa repentina—Claro que tonta soy como no me di cuenta ¿verdad?
--Si, no sé cómo no te diste cuenta—Se comió su ultima papa frita—Esta enfrentito de nosotras, y esta babeando por ti.
--¿Babeando por mí?—Puse los ojos en blanco—Eres tú a la que ve.
--No lo creo.
--Pues créelo—Trate de cambiar de tema—Y bien hay que planear como iremos al centro comercial
--No cambies el tema.
--No lo estoy cambiando—De hecho así era—Solo quiero saber cómo nos vamos a ir al centro comercial.
--Pues en mi auto ¿Qué otra manera hay?—Eso parecía una pregunta, y tenía que aprovechar para cambiarle el tema—No la hay.
--De hecho si la hay—Insinué que ella no sabía más que una forma, cosa que le molestaría—Otra cosa es que tu no la sepas.
--¿Qué estas tratando de decirme, que no sé cómo moverme aquí?
Era obvio que ya había provocado el enojo de Jeanette, pero tenía que hacerla enfurecer conmigo para que olvidara el hecho que ese chico me miraba.
--Si eso trato de decirte—Me había auto suicidado al haber dicho eso—No sabes andar por aquí.
Me lanzó una mirada rabiosa, me tomó por el brazo y fuerte y claro me grito.
--¡Ahora mismo veras que si se andar, por la cuidad así que andando vámonos al centro comercial!—Tomó tan fuerte mi brazo que seguramente aparecería un morete, si no es que me había roto ya el miembro--¡Muévete!
¿Me deje, mangonear como una niña chiquita por Jeanette, arriesgando la seguridad de mis miembros, solo para sacarle de la mente esa estúpida idea? Si así era, era un acto masoquista pero qué más daba, no podía arriesgarme a que ella descubriera que aun estaba enamorada de Javier.
Seguimos caminado, más bien ella me halaba hasta el estacionamiento de la escuela, para ir a Pabellón “Todo está carísimo”. Así había bautizado a ese lugar. Puesto que sus precios eran bastante altos e inaccesibles para la gente. Mis ahorros quedarían en este día de “compras” que más parecía el día de despojen a Diana de sus extremidades.
Llegando al auto de Jeanette, casi fui estampada contra la puerta, del aventón que me dio mi amada y protectora amiga, que con estas acciones me demostraba todo el amor que sentía por mí. Pero no la culpo yo ocasione su furia.
Logré entrar al auto, y acomodarme en él cuando recibí un golpe en la cara. Era mi mochila, a decir verdad dolía bastante el golpe, y eso que yo dejaba casi todos mis libros en el casillero. La educación pesaba y dolía bastante si te la arrojaban a la cara.
--Abróchate el cinturón—Me ordeno al encender su auto— ¡Te estoy diciendo que te pongas el maldito cinturón!
--Ya voy—De acuerdo Jeanette estaba muy molesta—Pero ¿No estás molesta conmigo verdad?
--No. Solo voy a demostrarte que si se andar por la ciudad.
--Está bien—Me sujete con uñas, manos y pies al asiento, cuando se ponía así era porque conduciría como una loca—Solo conduce con cui…--No me dejo terminar, cuando ya había dado el giro al volante para salir del espacio donde estaba el auto estacionado—dado.
--Si no te preocupes—Íbamos a 120 k/h, no me molestaba la velocidad, de hecho me encantaba. Pero me asustaba lo alterada que manejaba Jeanette—No te pasara nada mientras yo conduzca
Puso la radio, y estaban transmitiendo a Tokio Hotel y justamente estaba su canción predilecta “Für Immer Jetzt”. Ella amaba esa canción, se la sabia de cabo a rabo. Quizás escuchar música la calmaría y conduciría como una loca, pero no una loca alterada que mataría a su amiga.
Canto la canción, hasta el final. Optó por poner vía WIFI la radio oficial de Tokio Hotel, y en cuanto la puso estaba “Forever Now” era la versión en inglés de “Für Immer Jetzt” así que por consiguiente Jeanette se sabía esa canción también y la canto de nuevo. Ya estaba más calmada, al menos no moriríamos en el camino al centro comercial.
Yo también tararee la canción, era fan igual que ella de Tokio Hotel. Minutos después el auto de mi hermana ya era una verdadera fiesta con Tokio Hotel. El radio hacia que se cimbraran las ventanas por el volumen que teníamos puesto y obvio los subwoofer daban más presencia a la música. Sin esperar más en la radio estaba “The Pain Of Love” una de mis canciones predilectas. La cual se me de pies a cabeza, no era por ser presuntuosa pero realmente me sabia todas las canciones de Tokio Hotel. Me sabía mejor las que eran mis consentidas. Cante como nunca lo había hecho. Esas canciones de Tokio me hacían feliz, vibrar de alegría y hacían que volviera de nuevo.
No podía creerlo estaban pasando nuestras canciones favoritas una tras otra. Después siguió en la radio ”Dogs Unleashed” canción que le encanta a Jeanette por una camisa, de cierta persona que le encantaba observar hasta el cansancio.
Sin demorar me salió, mi lado de baterista ya estaba yo marcando el tempo con el pie, como un baterista profesional y con las manos simulaba las baquetas, mientras Jeanette cantaba y bailaba en su asiento.
La gente que pasaba al lado nuestro en su auto, nos miraban raro y en veces hasta se reían. Pero a ninguna de las dos nos dio la más mínima importancia.
De pronto “Human Connect To Human” Mi máximo de canción en la radio, no me podía hacer esperar, empecé a cantar como toda una diva, no me importo mi afinación ni nada de eso. Sentía que cantaba alado de Bill Kaulitz en un concierto mientras cantara esa canción con esas ganas que ahora poseía.
Canté con todas mis fuerzas y con toda mi pasión esa canción y me gusto hacerlo. Había exorcizado muchos de mis demonios cantando. Me sentía liberada con esa canción. Me identificaba con la letra. Sin hacer por un lado que esa canción hacia que me imaginara a mí con Bill Kaulitz. Un sueño que jamás pasaría, los famosos no se enamoran de una fan. Triste pero cierto.
De pronto Jeanette me anuncio que habíamos llegado. Era el estacionamiento del lugar. Había que tomar unas escaleras eléctricas para llegar a las tiendas.
Apagamos la radio, desabrochamos nuestros cinturones. Pero a mí se me había atorado un zapato en la alfombra así que tarde en salir del auto. Cuando salí de mi lado derecho había un poster inmenso del concierto de Tokio Hotel. Y al primero que vislumbré fue a Bill. Se veía bien, pero no me llamó mucho la atención así que solo vi la fecha del evento en la parte baja del anuncio. Cerré la portezuela del auto y me reuní con Jeanette en un aparador.
--Listo. Andando amore—Empecé a caminar rumbo a las escaleras para subir—Jeanette andando
--Aguarda—Me pare en seco—Ven a ver esto.
Acudí de inmediato para ver qué era lo que Jeanette quería.
--Diana, discretamente mira el reflejo de ese Honda Civic Blanco que está a 5 autos después del nuestro, del lado izquierdo—Seguí las indicaciones de Jeanette, sin despegar mi atención del espejo del aparador—Fíjate con detenimiento y dime si no es…
Me quede helada del susto.
--¡Por Dios!—En mi cara apareció un gesto de pánico—Es…