martes, 19 de abril de 2011

MAGICO Y ANCESTRAL

MAGICO Y ANCESTRAL
La noche hablando con Tom no fue del todo mala, había confirmado que él no era solamente aquella pose de un hombre adicto al sexo.
Tenía corazón y sentimientos, los cuales le habían ayudado a reconfortarme. Me había hecho sentir mejor aunque la ausencia de mi hermana no se me pasaría con unas cuantas palabras de Tom.
Era un vacio en mi pecho que no podía dejar de punzar. Era algo más fuerte que yo, algo que me estaba dominado.
Pronto me di cuenta que eran ya al menos las 4 de la mañana y a mi parecer la ropa de Tom ya tenía que haber estado lista desde mucho tiempo atrás.
--Iré por tu ropa—Le dije
--Bien
Me levante de mi asiento y fui al cuarto de lavado. Abrí la puertita de la secadora y allí estaban: su pantalón extra grande, sus dos camisetas blancas extra grandes también y una más con estampado y de talla extra grande.
Tome aquel bulto de ropa y lo coloque en el cesto que esta a lado del burro de planchar. Puse su pantalón encima del burro, encendí la plancha.
Yo ya me disponía a hacer aquella labor cuando oí aquella dulce y melodiosa voz.
--No es necesario—Dijo
--Si lo es, no puedes ponerte esto todo arrugado—Le aclare.
--Si puedo, no me moriré por usar un pantalón con algunas arrugas—Me tomo la mano—No lo hagas
--Tom, déjame hacerlo ¿Sí?—Lo mire directo a los ojos.
--Está bien—Soltó mi mano—Creo que quiero ver que tan buena ama de casa puedes ser.
--Pues—Comencé a planchar la pierna derecha del pantalón de mezclilla—Te diré que puedo arreglármelas sola. Puedo lavar, planchar y a veces cocino.
--Genial. Yo también cocino—Eso yo ya lo sabía—Puedo hacer waffles y otras cosas más.
--¡Qué bueno Tom!—Le sonreí—Me imagino que te haces waffles muy seguido ¿No?
--Pues, si me encantan. Son deliciosos—Comenzó a hablar y haciendo gestos y ademanes con las manos—Me encantan son suaves, deliciosos, esponjosos y saben mejor cuando les—Sabia lo que iba a decir así que me lo repetí en la mente—pones ese polvito blanco encima y frutas rojas. Son realmente sabrosos.
--¿Te refieres al azúcar glass?—Pregunte inocentemente, aunque yo ya sabía que se refería a ello, solamente quería ver la expresión de su rostro.
--Si a esa misma—Sonrió—Gracias
--Si, de nada. El azúcar glass les da un toque muy especial—Seguí peleándome con las arrugas de su pantalón—Sabe… más dulce y es indescriptible.
--Exacto, lo único que sabemos es que son deliciosos—Rio
--Estamos de acuerdo en eso Tom—Le guiñe un ojo
Tom se acerco a mí.
--Creo que el pantalón ya está bien—Tomo mi mano—Esta bien planchado. Deja de hacer esto.
--No Tom—Me resistí a que me quitara el pantalón de las manos—No lo está aun.
--Jeanicht si lo está solo déjalo ya—Insistió
--Tom por favor—Le lancé una mirada furtiva
--Tengo una idea—Menciono
--¿Cuál?—Le dije
--Que los dos planchemos el pantalón—Sonrió de una forma que me enterneció—Y así ni tu ni yo
--Bueno—Accedí
Tom se paro detrás de mí en bóxers, sobrepuso su mano derecha encima de la mía, casi entrelaza sus dedos con los míos y comenzó a planchar junto conmigo. Aunque él no estuviese agarrando la plancha seguía el movimiento de mi brazo con el suyo.
Mientras yo hacia el movimiento de vaivén con mi brazo tratando de planchar aquel pantalón extra grande, no pude evitar mirar los hercúleos brazos de Tom. Y pensar en el hecho que su aliento mojaba cada poro de mi cuello. Y aunque su ropa estaba recién lavada olían tanto a él que la habitación entera estaba impregnada de su esencia
Las manos de Tom se aferraban a la mía. Era mágico un sueño hecho verdad. La piel de Tom se movía por toda mi mano y sus dedos se volvían uno mismo con los míos.
Moví mi pie izquierdo un paso a la izquierda y se patino. Me iba a caer. En cuestión de micras de segundos Tom me tomo por la cintura con su brazo libre tan fuerte que logro mantenerme de pie.
--¿Estás Bien?—Pregunto muy cerca de mi oído
--Si—susurre
Deberás estaba bien. Tom aun seguía sosteniéndome fuertemente
--¿No te lastimaste?—Busco mi rostro
--No—Voltee la cara hacia un lado, evitando que él me viera—Estoy bien, gracias.
Su brazo seguía manteniéndome de pie. De no ser por el ahora estaría escupiendo varias de mis piezas dentales en el piso, con la boca bañada en sangre. Y aun así que no me había pasado absolutamente nada, me sentía desmallar, quizá por el susto pero de que sentía que el piso se movía, como un juego de atracción en un parque de diversiones.
--Tom—Dije con debilidad
--¿Sí?—No se despego de mí
--Me siento mareada—Intente mantener los ojos abiertos—Creo que…
Tom no me dejo terminar la frase cuando ya me había cargado, se dirigía a la sala. Busco una vez más mi rostro con su mirada seductora y esta vez lo logro, sus ojos me daban calor, confianza y sus brazos seguridad. Me deje perder en sus brazos, y sin hacer por un lado que el mareo y que la tierra misma iba a una velocidad vertiginosa en dirección opuesta a la mía pude evitar perderme en sus ojos color miel. En su voz y en su olor.
Tom me dejo recostada en el sillón, me miro una vez más. Jugueteo un poco con mi cabello y después me perdí en la negrura.
En mi delirio y en aquella dimensión desconocida sin luz y sin indicios de que alguien más estuviese allí no pude evitar pensar en aquella pequeña e indefensa niña que era mi hermana. Lo que ella estaría pasando ahora mismo. Me aterraba la idea de que en este camino tan difícil ella no me acompañase con su alegre personalidad.
En aquel espacio negro, al final del camino había una luz blanca, me acerque hasta ella lo más rápido que pude y allí estaba. Mi hermana estaba allí parada inmóvil con el rostro inexpresivo, petrificada. Parecía un maniquí, una marioneta, una sombra nada más.
La llamé
--¡Diana!—Sentí que el corazón me latía rápido— ¡Diana!
Ella no contesto, solamente levanto el mentón, como si estuviese mirándome sobre su hombro, algo así como si yo fuese poca cosa.
--¡Hey hermana aquí!—Le dije
--Tus mentiras. Tus falsedades. ¡Solo me usaste!—Me grito aquello de una forma que me estaba lacerando en lo más profundo del alma, del corazón y de todo lo que significaba lo necesario para que yo continuase viviendo.
Y de un momento a otro comencé a gritar histéricamente y a llorar de una forma incontrolable, le grite hasta el cansancio. Quería que ella volviera y que me explicase aquellas palabras mortales.
Comenzaba a faltarme el aire, y sentía que en un abrir y cerrar de ojos mi corazón dejaría de latir.
Abrí los ojos y me erguí. Allí estaba Tom, mirándome con cara de pánico. Y justo a su lado estaba mi hermana, llena de lodo y toda empapada.
--¡Diana!—Trate de alcanzarla
Era un sueño. Aun lo era, sentí que me zangoloteaban de nuevo.
--Jeanicht—Era la voz de él—Despierta, Despierta.
Aquel movimiento rudo hizo que yo abriese los ojos a los cuales se les desbordaban las lágrimas a mares, y en mi pecho sentía una enorme carga que me ahogaba. No podía resistir aquel sueño. ¿Y si es verdad? Aquella pregunta taladraba mi cabeza, lacerándome. Era un mero reflejo para mí mirar al techo y dejar que las lagrimas escurrieran hasta que cesaran, pero jamás lo hicieron, entre mas pensaba y respiraba no podía evitar dejar de repetir el nombre de mi hermana y preguntar dónde estaba ella.
Era tanta mi tristeza que comencé a decir plegarias sin dejar de mirar al techo.
Tom me tomo por un brazo, no aplico mucha fuerza. Creo yo que hizo aquello para darme una señal que me apoyaba.
--Beruhigen—Dijo el
Yo a decir verdad no supe que dijo, pero logro captar mi atención y que lo mirara en lugar del techo.
Me arroje en sus brazos, necesitaba tanto que me abrazaran y que me hicieran sentir mejor. Que me dijeran que mi hermana regresaría con bien, que no había de que preocuparse. Lo necesitaba tanto.
Ahora estaba como al principio, llorando por mi hermana en brazos de Tom. Era sensible en este momento. Tenía las defensas bajas.
--Muñeca veras que ella regresara—Me dijo mientras me estrujaba en sus fuertes brazos
--Es que…ella no desaparece así—Hundí mi cabeza en su cuello
--¿Qué paso entonces?—Pregunto— ¿Hubo alguna pelea entre ustedes?
--No—Le dije la verdad.
--¿Estaba enojada entonces?—Inquirió
--No… solo estaba rara cuando se despertó—Recordé mientras me aferraba a su cuello
--Rara… ¿En qué sentido?—Colocó sus manos en mi espalda—Explícate
--Bueno—Comencé a relatarle—Ella estaba dormida y yo estaba aquí contigo, después comenzó a gritar y subí a ver qué pasaba. Ella estaba como petrificada del susto, me grito una vez más en la cara le di un bofetón y ella salió corriendo de aquí. Oh y te grito a ti también.
--Si, recuerdo que me grito y salió de aquí—Inhalo profundo y continuo hablando—Pero, ¿No te dijo nada más?
--No
--Extraño, muy extraño—Aguanto la respiración, lo pude sentir— ¿Y es por eso que estas así?
--Si—Me puse nerviosa, porque en sí estaba mal por culpa de él y por la desaparición de mi hermana—Por eso.
--¿No hay otra cosa?—Dijo
--No—Conteste lo más tranquila que pude, aunque estaba nerviosa
--Bien—Gruño
Abracé mas fuerte a Tom y al parecer no me había percatado antes que él ya traía puesta la ropa que yo le había lavado, y estaba perfectamente bien planchada. Quizá el había hecho de las suyas y termino de arreglar su ropa mientras yo estaba allí tendida en el sofá.
Mi estomago gruño.
--Tienes hambre—Soltó una risilla delicada al aire.
--Parece que sí—Admití— ¿Tú no tienes hambre?
--Si, si tengo—Contesto divertido—Pero creo que no tanta como la tuya. Creo que debo alejarme de ti
--¿Porqué?—Pregunte en un tono casi histérico.
--Tengo miedo que del hambre que tienes me comas—Rio jubiloso
No pude evitar reírme de aquel chiste. Así era Tom, alegre y bromista. No se le iba una.
--Pues ahora que lo dices, te ves bastante apetecible—Le ronronee en el oído.
--¡Oh! Lo sé muñeca—Comenzó a hablar en un tono diferente—Muchas chicas mueren por estar en tu lugar ahora.
Como había dicho antes. Este es Tom. Un ególatra bastante encantador y divertido.
--¿Ah sí?—Le dije en tono sarcástico—Pues que lastima, porque yo tengo hambre y eres lo único comestible aquí. Quizá te acompañe con azúcar glass.
--¿Y me comerás delicadamente?—Se estaba burlando—Porque soy delicioso, deberías disfrutarme lentamente.
--¡Claro!—Me reí—Te saboreare a cada segundo
No pude controlarme y de nuevo solté la carcajada limpia. Tom era una persona que podía hacer reír a cualquiera con alguna de sus ocurrencias.
Mi estomago gruño de nuevo.
--Creo que va enserio eso de comerme ¿Ah?—Se quedo impávido
--Pues… al parecer si—Le dije
--Tendrás que comer algo a parte de mí—Sonrió—Porque yo soy más como para disfrutarse en la noche, no como desayuno.
--Claro—Reí—Un postre ¿No?
--Exacto—Esbozo una sonrisa de oreja a oreja
Mi estomago parecía fiera desatada y volvió a gruñir, esta vez como un león.
--Tendré que engullir un plato de cereal—Comente
--Tendremos—Dijo
--Bien—Le abracé un poco más fuerte, como si me estuviese despidiendo de su cuerpo—Tendremos que ir a la cocina
--Si
Tom no gimió ni trato de deshacer mi abrazo. No le molestaba al parecer.
Me levante después de un momento aferrada a mi sueño hecho realidad. Las rodillas me dolían un poco aunque Tom fue el que soporto todo mi peso mientras yo estaba allí hincada aferrada a él. Limpie las lagrimas que tenía en el rostro, pero me hacía falta una. Tom se encargo de ella y la removió de mi piel con su dedo pulgar. Y a la luz del sol que entraba apenas por la ventana sus ojos tenían un resplandor maravilloso y el color de su iris parecía más dulce que nunca.
--Gracias—susurre al aire
El no dijo nada, solo se levanto y camino detrás de mi camino a la cocina.
--Aguarda—Dijo—Tu cocina no tiene nada más que comida de dieta.
--¡Maldita sea!—Me dije a mis adentros
Pensé en algo rápido para zafarme de este problema.
--Pues, mira podemos comer aquí un plato de cereal y que te parece si después…
No me dejo terminar una vez más la frase.
--Cereal está bien—Mostro su dentadura blanca
--¿Seguro?—Inquirí
--Vamos muñeca no soy tan delicado—Enarcó una ceja—Puedo comer cereal, no voy a morir
--Está bien—Accedí
Me dirigí a la alacena de mi hermana y de allí saque el cereal “Choco Krispis” que le gustaba, aunque a decir verdad todo lo que tuviese azúcar a ella le encantaba. Tenía allí dentro a veces, Corn Pops, Cereal Nesquik, Special K y demás cosas. De otra puertilla del mueble saque dos platos y cuatro vasos.
Coloque todo lo que traía en las manos en la mesa y del refrigerador saque la leche y algunas fresas que estaban allí.
Me senté justo en frente de Tom, lo miré por un momento y recordé que me hacían falta dos cucharas y el jugo de naranja.
Una vez más me levante y fui por lo que me hacía falta, regrese a mi asiento.
--Bien nuestro buffete está servido—Le informe
--Esto es de clase mundial—Contesto
--Lo sé—Estaba siendo sarcástica—Este menú no lo tienen en los hoteles Hilton ¿sabes?
--Me imagino—Me estaba siguiendo el juego—Este menú tan exótico nunca lo había visto y es la primera vez que lo probare, muero por hacerlo
--Pues adelante, deléitate con este manjar—Aguante la risa.
--Muchas gracias, se me está haciendo agua la boca—Se puso serio, pero estaba oprimiendo aquella risa tan melódica
Tom tomo la caja de cereal y se sirvió en un plato. Hizo lo mismo con la leche y tomo una cuchara.
--¿Gustas una bebida exótica que es extraña en el mundo y que solamente existe en este país?—Le pregunte.
--Claro—Dijo
Tomé el cartón de jugo y le serví en un vaso.
--Mira esta bebida es muy fuerte, si sientes que te quema solo deja de beberlo ¿Ok?—Le informe con el rostro muy serio.
--Ok—Tomo el vaso—Espero no embriagarme tan temprano
--No, no es una bebida alcohólica—Espere a ver la expresión de su rostro.
Tom bebió del vaso y se quedo inmóvil.
--Sabes es lo mas delicioso que he probado—Estaba yendo bien el hilo de aquella farsa entre ambos—Y es genial, por cada lugar del mundo al que valla platicare de esta exótica bebida, pero ¿Cómo se llama?
Pensé un momento.
--Se llama… Jugovski de Naranja—Era un chiste bastante malo lo sabía, pero me la estaba pasando bastante bien—Es exclusivamente de este país.
--Claro, claro—No puedo aguantar más y se rio.
Yo me dedique a ver como reía era encantador. Porque cuando se ríe entre cierra los ojos y sus dientes se miran tan hermosos y sus mejillas y todo su rostro se veía simplemente mágico y ancestral.
Era como caminar entre las nubes, en un sueño hecho realidad, el sueño por el cual todas las noches las pasaba en vela, y la razón de mis miles de suspiros, la razón por la cual siempre me había reservado de tener novios, Tom se había convertido en mi vida entera y ahora estaba enfrente de mí, hablaba con él, respiraba cerca de él, pude tocar su piel.
Como ya había dicho antes era inimaginable que yo estuviera viviendo esto, era tan especial, que si por azares del destino yo llegase a tener una familia a todas las generaciones les contaría el día en que conocí a Tom y que fue lo que viví con él.
Escribiría mis memorias y la mayoría serian por él y para él.
Quizá me este escuchando demasiado romántica y demás pero solo Tom lograba sacar eso de mí. Y estaba de acuerdo entre mi hermana y yo la más romántica y soñadora era Diana no yo. Pero había algo en él que me hacía cambiar, quererle bajar el cielo y las estrellas. Era Mágico. Solo eso.

domingo, 17 de abril de 2011

ENTRE LA ESPADA Y LA PARED

ENTRE LA ESPADA Y LA PARED
Sabía que me estaba metiendo en un asunto bastante fuerte. Pero como dice el dicho. “El que no arriesga, no gana”
Yo estoy arriesgando mi corazón y a mi estabilidad emocional. Pero le estoy jugando a ganar. O al menos eso parece.
Ahora a pesar de estar tan feliz de estar con Tom, me preocupaba el estado de mi hermana. No tenía noticias de ella desde la mañana, me daba miedo que le hubiese pasado algo.
Tom me tomo por el brazo, al parecer me iba a caer. Nuestros rostros quedaron a menos de treinta centímetros y podía sentir su aliento en mi piel y en ese preciso momento tan especial donde los dos estábamos tan cerca, llegó el tipo que mando Lupe por los refrescos e interrumpió todo.
--Aquí están los bien fríos—Mastico la goma de mascar como un rumiante la paja.
--¿Unos qué?—Le pregunte
--Unos acá bien fríos—Dijo—Ya sabe los “chescos”.
--Se llaman Refrescos—Le indique—Y dime ¿Cuánto es?
--Pos… me cobraron doce morlacos, pero pos acá doña Lupe me dio quince, entonces—Mastico de nuevo el chicle de forma ruidosa—Me quedo con los tres pesos de cambio ¿No?
--Si… como quieras
Tom se alerto, quizá pensaba que el “Bonju” me estaba molestando.
Inmediatamente le indique con la cabeza que no hiciera nada. No quería una paliza por mi culpa.
--Puedes irte—Le indique al joven—Muchas gracias.
--De nadas—Mastico una vez más como rumiante—Aquí ando pa’ servirle mis leidis.
--Si, si, si gracias
Corte de tajo la conversación.
Tom se levanto de nuevo.
--¿Te molesta?—Miro al Bonju con desdén mientras se alejaba al oscuro callejón de unos metros más adelante—Porque si es así me veré en la necesidad de…
Lo interrumpí.
--No me molesta Tom—Le sonreí de forma coqueta—Puedes estar tranquilo.
--Está bien—Me miro de una forma inusual y sonrió de una forma que la piel se me erizó—Menos mal. No quería que vieras lo agresivo que puedo llegar a ser.
--¡Oh!—De veras me sorprendí, no por lo que dijo si no por el tono en que lo dijo. Fue tan protector—Eres una verdadera máquina de muerte.
--Algo así—Toco sus trenzas y las acomodo—Solamente nadie puede con migo
--Claro—Lo dije de forma sarcástica—Nadie, absolutamente nadie.
--Exacto muñeca—Dijo él.
Me reí inevitablemente. Tom busco mis ojos con su mirada que tenía el poder de derretirme, bajarme el cielo y las estrellas con solo que sus pupilas e iris color miel, me vieran directo y profundo.
--Nerviosa ¿Ah?—Al parecer se percato y se estaba jactando de lo que lograba en mi—Muñeca
--No para nada—Trate de mentirle lo mejor que pude.
--Creo que ese color rojo de tus mejillas es gracias a mi presencia—Seguía jugueteando con sus trenzas—Deberías de decir “Gracias Tom”
--¡Por supuesto!—Puse cara de emoción—Que ¡NO!—Me puse seria o al menos eso intente—Yo uso rubor para tu información. Tú no causaste nada, además el calor del comal de Lupe me hace hiperventilar.
--Yo soy mejor que ese comal—Seguía enredando sus trenzas en sus delgados dedos y sonriendo como solo él sabe—Además ¿Qué es un comal? Y nena no puedes negar que tu calor es por mí.
--¡Pero claro que no! Y ¿sabes? Deberías de comerte esas quesadillas antes de que se enfríe el queso—Le indique señalando el plato con las quesadillas—Y para tu información el comal es ese círculo grandote negro donde Lupe pone las quesadillas para que se calienten y estén deliciosas.
--Yo puedo ser tu comal—Lo dijo en un tono de voz muy sexy y me miraba de una forma que me provocaba a abalanzármele encima y comérmelo a besos allí mismo, arrancarle toda esa tonelada de ropa que tenia encima y demostrarle que es calor, pero tenía que medirme una imprudencia mía podía llevarme a la perdición. Trague saliva y me contuve.
--Como digas—Me porte lo más fría que mi poca cordura podía lograr.
--Jean quiero saber algo—Me miro.
--¿Qué?—Conteste
--¿Por qué en un momento estas así… bien conmigo y al otro ¡Pow! Te portas fría?—Puso cara de interés absoluto.
--¿Te parece?—Le dije de una forma provocadora, forzando a mis cuerdas vocales a que emitieran el sonido más sensual posible de mi boca—Yo creo que tú estás viendo las cosas mal.
Tom se acerco a mí hasta llegar a mi rostro. Abrió la boca como si estuviese agotado. Parecía uno de sus famosos “Orgasmos” que supuestamente tiene en los conciertos. Se mojo los labios y yo no podía concentrarme en nada más que en él. Me estaba subiendo el calor corporal a grados Kelvin. Estaba ardiendo. Logre vislumbrar una gota de sudor que corría por la bronceada piel de Tom. En ese momento lo único que pude pensar era deshacerme de ella pero de una forma sexy. Juguetear con mi boca en su piel hasta que con mis labios probara aquella gota, producto de este juego de seducción.
--Si me parece nena—Se acerco más y exhalo su aliento en mi rostro, tentándome a pecar en ese mismo momento y portarme como una verdadera chica mala, haciendo cosas que jamás había imaginado hacer—Yo creo que tú puedes arreglar mi vista. Debes probar un poco de Tom
“Debes probar un poco de Tom” Eso era lo que más deseaba en este jodido momento, probar cada parte de él y enseñarle lo buena oculista que puedo ser. Se me apetecía morder cada parte de él y degustar el sabor de su piel y embriagarme de su olor. Quería empaparme de su sudor y sentir su cuerpo.
Mi mente se estaba transformando en una verdadera fuente de perversión y de deseo. Por cada segundo que pasaba mi corazón latía más fuerte y mi deseo aumentaba cada vez más al grado de ya no poder más. Sin querer estaba jugando a cazar al León, juego mortal y peligroso, pero el peligro me encantaba, era un riesgo bastante placentero de correr y la adrenalina y calor que ahora sentía en mis venas y en mi piel me impedían pensar en otra cosa. Solo retumbaba en mi cabeza “Deberías probar un poco de Tom”
Y creo que debería de empezar por aquellos carnosos y carmesí labios que él poseía y juguetear con aquella perforación con mis dientes.
Ahogarme en nuestras respiraciones provocadas por el deseo era lo que más anhelaba en este preciso momento en que Tom seguía seduciéndome con su voz, con su mirada, con su aroma, con ser el mismo me estaba volviendo absolutamente loca.
A mi mente llegaban imágenes, estaba imaginando mi loca aventura de pasión y locura con Tom. Podía sentir la fiebre dominándome, tirándome. No había remedio las cosas en mi corteza cerebral se tornaban alrededor de Tom.
El era lo que quería, lo que necesitaba quería que llegara y me tomara. Podía sentir la fiebre dominándome, tirándome, consumiéndome y no había remedio.
Me acerque a Tom. Era un chico travieso, lucia tan hermoso, tan sensual, quería desgarrarle toda esa ropa extra grande, olía tan delicioso y me hacía perder el control. El realmente era lo que quería lo que necesitaba.
La sangre me hervía la pasión me estaba dominando, estaba en total descontrol.
Para mí “beneficio” al parecer o no sé. Un auto pasó y me mojo por haber pasado encima de un charco y me baño toda de agua. Lo cual ayudo a bajar mi temperatura. También mojo a Tom así que tenía que llevarlo lo más pronto posible a la casa para que se quitara esas prendas empapadas, podía darle un resfriado.
Convenientemente para mi esta situación me venía como anillo al dedo, ya que Tom tenía que deshacerse de su ropa mojada para poder yo lavarla y secarla lo más pronto posible. El destino me estaba congratulando por algo. ¿Qué era? No sé, pero me agradaba bastante.
De inmediato sin demorarme me dirigí a Lupe.
--Lupe, temo que tendré que irme, estamos todos mojados—Me señale la ropa—Dime ¿Cuánto te debo?
--Son…Déjame ver—Saco cuentas en su mente—$150 pesos mija.
--Claro, Aquí tienes—Saqué el billete del bolsillo de mi pantalón y se lo entregue en la mano—Gracias por todo estuvo delicioso.
--De nada mija—Replicó
Voltee a ver a Tom. Me mordí el labio inferior y él me correspondió con una mirada que no supe descifrar pero era en exceso sensual.
--Vamos a mi casa Tom. Debes cambiarte—Le dije
--Claro muñeca—Me vio de nuevo con esa mirada de hacia unos instantes, era entre sexy, sensual y perversa—Vamos.
No pude evitar lanzarle otra miradilla juguetona y socarrona. Tom al parecer solo estaba a escasos segundos de volver a hacer su cara “Orgásmica” y hacerme lo imaginable allí mismo. Lo conocía lo bastante bien para saber cómo reacciona ante estas situaciones.
Tom y Yo caminamos por toda la calle hasta llegar a la esquina donde estaba la casa de los Portman, llegando allí Tom estaba ardiendo. Estaba ardiendo realmente, pude notar a contra luz como se empezaba a evaporar el agua de la piel de sus mejillas, eso se me hacía bastante sexy a decir verdad, pero trate de no volver a excitarme de nuevo con solo imaginar la infinidad de cosas que podría hacer con Tom.
Trate de llegar a casa. Y al parecer Tom también. Le escurrían las trenzas en agua y la cara la tenía algo manchada de lodo, eso en mi perversión lo hacía lucir como todo un chico malo. El chico malo que yo debía probar.
Al fin llegamos a la puerta de la casa. La abrí como pude, de verdad estaba en mi punto máximo de excitación posible en ese momento claro.
Se me vinieron a la cabeza la miles de novelas que he visto con mi hermana, en donde la chica ya está como fogón de caliente y el chico igual.
Entonces llegando a la puerta se besan el tira la puerta y lo hacen donde caiga. Y No solo una vez si no varias en el mismo día o noche.
A lo que me refería y lo que meditaba era si eso podía pasar a dos días de conocer a Tom, digo personalmente, porque de conocerlo, lo conozco desde hace mucho tiempo y siempre lo he amado.
Pero pensándolo bien y por un instante de conciencia, no podía darme el lujo de tener relaciones con Tom. ¿Por qué? El pensaría que soy como las otras, una caliente que solo busca sexo de él y no era así, yo en verdad lo amaba. No quería ensuciar eso, por mucho que yo desease a Tom.
De verdad no quería.
Así que intente, no mirar a los ojos a Tom. Si lo hacía podía caer de nuevo y ahora si perdería todo lo que había ganado y ensuciaría mi amor por él.
Todo lo que significaba, su sonrisa dulce, sus bromas, su ego encantador, sus ruiditos raros y como molestaba a Bill cuando se le apetecía. Tom significaba mucho para mí no solo un guitarrista bien parecido, no solo significaba un supuesto “player” que era fan de acostarse con mujeres y tener aventuras de una noche. No solo eso era Tom.
El era un hombre, un hombre sensible, dulce, amoroso y leal. Y eso era lo que yo podía ver en él y por eso lo amo, como lo amo.
Desvié mi mirada y solamente me limité a pedirle sus prendas empapadas a Tom. Trate de portarme lo más fría posible.
--¿Me podrías dar tu ropa?—Le pedí
--Claro muñeca—Me miro como un felino acechando a su presa—Lo que tú pidas.
Estaba segura que Tom seguiría con su juego de seductor pero yo no podía seguir en la contienda. Estaban en juego mis sentimientos y lo más importante mi corazón. ¿Me rendiría y saldría como una cobarde huyendo de allí?
Si, si lo haría, pero no porque no pudiera competir, si no porque me daba miedo arriesgar más de lo que podía arriesgar.
--Gracias—Espere a que me diera la ropa mientras miraba a la nada—Esperare mientras me das la ropa.
--Por su puesto—Se deshizo de su camisa enfrente de mí, para provocarme—Espera todo lo que quieras.
Mire a la repisa que Diana tenía en la sala allí había varias fotos de nosotras juntas desde hacía varios años atrás. Éramos realmente muy unidas aunque no fuésemos hermanas de sangre lo éramos en alma y corazón. La una no podía vivir sin la otra, algunos decían que era una codependencia, pero las dos sabíamos que no lo era. Era amor de verdad, las hermanas se aman por sobre todas las cosas y nuestra relación de hermanas era más que lo que la gente se pudiese imaginar.
Había veces incluso en que Diana y yo decíamos las cosas al mismo tiempo. También llegábamos a saber que pensábamos con solo vernos, y lo más drástico un día incluso llegamos a soñar cosas semejantes.
No éramos gemelas pero lo parecíamos. Esto era realmente encantador, era tan especial, era solo de las dos. Único e irremplazable.
--Muñeca—Tom interrumpió mis pensamientos—Aquí tienes.
--¡Oh Si!—Me despabilé, pero no deje de pensar en Diana y en mí. No sabía dónde estaba y eso me estaba preocupando—Ya lavo tu ropa.
Inmediatamente me dirigí al cuarto de lavado de la casa de mi hermana. Y me encerré en él. No quise que alguien me viese llorar si pasaba y mucho menos Tom.
Ya me había visto una vez y no pasaría de nuevo. De veras que no.
--¿Dónde mierda estas?—Grite hacia mis adentros--¿Dónde? ¿Dónde?
No escuche respuesta alguna satisfactoria proporcionada por mi mente. Me estaba dando la razón que Diana quizá había desaparecido o le había pasado algo malo. Ahora mi cabeza daba vueltas, tenia al hombre de mi vida cerca de mí pero el destino se había llevado a mi otro gran amor. Mi hermana.
No quería que el destino me diese algo muy bueno y me quitara algo igual de valioso. No lo deseaba y si para tener a Tom cerca de mí, tenía que sacrificar a mi hermana prefiero no tenerlo, ni haber chocado jamás con él, con tal de que ella estuviese aquí. Conmigo…
--¿Pasa algo?—Inquirió Tom desde la parte de atrás de mí
--No nada—Me sorprendió que invadiera mi privacidad entrando—No pasa nada
--Tu voz y tu cara aparentan otra cosa nena—Me toco el hombro— ¿Puedo ayudar en algo?
--No, no estoy bien—Trate de mentir lo mejor que pude y que mis ojos no me delataran—Es solo que… estoy algo molesta, porque el auto nos mojo. Me preocupa lo que pienses.
--Pues… creo que no me morí porque me hayan mojado—Rio—Creo si me molestase por eso, yo ya me hubiera desecho de las regaderas ¿No crees?
--Si—Era una razón lógica la que me había dado Tom—Bueno, pensé que tú te molestarías. Eso es todo.
Tom me miró a los ojos como si estuviese tratando de manipular mi mente y obligarme a decirle la verdad.
--¿Segura?—Inquirió.
--Si—Le dije.
Tom se salió del cuarto de lavado y me dejo en soledad como antes. Lo único que pude hacer fue echar su ropa en la lavadora, ponerla a lavar e ir de nuevo a la sala.
Y allí estaba él. En calzoncillos clavándome la mirada, como si la respuesta que le había dado hacia unos momentos no le hubiese parecido suficiente. Allí estaba él acechándome. Esperando a que yo cometiese un error y me atrapara en la jugarreta.
--Y bien Tom…
--Y Bien Jean—Me interrumpió antes de que yo terminase la oración—Ahora me puedes decir ¿Porqué te resistes a mis encantos?
Esa pregunta me había atacado con las defensas bajas.
--No sé a qué te refieres Tom—Disimule un poco el nerviosismo
--Por favor muñeca, para que seguirle dando vueltas. Aceptémoslo, tú me has estado coqueteando desde hace un buen rato—Tom me había atacado sin piedad—Y me has estado subiendo el calor como no tienes idea. Y después de todo eso, me das el cortón de un momento a otro y de nuevo comienzas a coquetearme. ¿Acaso estás jugando conmigo?—Inquirió molesto
--De ninguna manera—Declaré
--¿Entonces?¬—Frunció el ceño
--Esa es mi forma de ser—Mascullé
--Pues tu forma de ser me dice que me estas despreciando y que juegas conmigo muñeca—Cambio la expresión de su cara— ¿Y sabes que es lo que me quieren decir tus actos?
--¿Qué?—Pregunte
--Qué no te intereso. Eso me quiere decir
--¿Enserio?—Dije
Tom no me respondió, solo se quedo allí mirándome en calzoncillos y jugando con sus trenzas.
--Pues… No es que no me intereses. Es solo que no me interesas de la forma en que tú piensas—Vociferé
--¿Entonces? ¿Por qué actúas así conmigo?—Pregunto—Si solo quieres mi amistad tus acciones me dicen otra cosa.
--¿Sí? ¿Qué te dicen ha?—Fruncí el ceño
--Que quieres algo más. Pero no eres como las otras que ahora mismo ya estuvieran desnudándose ante mí—Se acercaba a mí conforme hablaba—Que sabes quién soy en realidad.
--Si lo sé. Por eso mismo…
--¿Me tratas así?—Me dio un gancho al hígado con su pregunta
--No es eso.
--¿Qué es entonces?—Sus ojos se tornaron obscuros y mate.
--Es… Es que estoy preocupada ¿entiendes?—Comencé a hablar, si mirada me había intimidado—Mi Hermana jamás desaparece tanto tiempo. Y ya es hora de que no regresa. Me está matando.
--Tu hermana claro—La fuerza de su mirada disminuyo—Lo que debes hacer es calmarte, ella aparecerá.
--Si pero no puedo—Le dije, abrazándome a mi misma—Me preocupa mucho.
Tom me tomo por los hombros y me dirigió hasta el sillón. Me sentó y él se quedo a lado mío.
--Cálmate—Hizo un gesto de compasión a mi parecer—Mira, para empezar no creo que tu hermana sea tan tonta para hacer algo que no tenga vuelta de hoja.
--Depende—Dije—Ella es muy atrabancada.
Mire a Tom y allí seguía en bóxers, así que me levante de mi asiento y del closet del pasillo saque una frazada y se la di. Me senté de nuevo a su lado para seguirle contando mis penas.
--¿Atrabancada en qué sentido?—No había entendido lo que yo quería decirle
--A lo que me refiero, es que hace las cosas sin pensar en el instante. Es muy impulsiva, eso quise decir—Le aclare.
--Oh ya entendí—Se abrigo con la frazada—Es como Bill
--No… No es como Bill—Eche las pupilas a rodar—Lógicamente ella no es como él. Diana es Diana y Bill es Bill. No hay parecido.
Ahora mi problema era escoger entre Diana o Tom. Estaba entre la espada y la pared.