domingo, 28 de noviembre de 2010

HUYENDO DE LA REALIDAD

HUYENDO DE LA REALIDAD.

Era ese chico, el que había visto en la cafetería, me estaba siguiendo.
--Jeanette cuando cuente tres tenemos que correr de aquí—Le indique con un tono de histeria en la voz—Así que prepárate.
--¿Pero por qué?—Inquirió asustada— ¿Qué pasa?
--Nada—La hale por el brazo—Tú solo hazme caso ¿Está bien?
--Ok
--Mira, ahora tú solo sigue cada indicación que te dé—Me acerque a ella simulando que le hacia un comentario referente a las bolsas que se mostraban en el aparador—Mira ese tipo acechándonos, como todo un depredador sexual
--Diana me estas asustando—Se aferró a mi brazo derecho--¡Vámonos de aquí ya!
--No. No podemos huir así, sería muy evidente—La abracé—Así que actúa lo más natural posible
--Está bien… Lo intentaré—Tomó mi mano y suspiro—Cuando tú digas
--Ok, intenta fingir que no te gusto nada del aparador—Pude notar mediante el reflejo que el tipo se acercaba cada vez más a nosotras, así que era urgente subir, para pedir su ayuda—Se inicia la cuenta regresiva ahora mismo amore.
--Tres
--No, no. No lo digas así se escucha muy evidente—Apretó un poco mi ante brazo—Piensa en otra forma.
--Está Bien, lo diré de otra forma
--Ok—Sonrió—Estaré lista
--Ready
Jeanette sonrió. Ella sabia captar mis indirectas muy directas, sabia a que me refería diciendo “Ready”.

--Set—Menciono ella.
--Go
Corrimos despavoridas por las escaleras eléctricas, sin importarnos nada a nuestro paso. Una ancianita se nos quedo viendo feo, porque al correr a su lado le habíamos tirado su bolsa llena de brassieres. Pero era urgente huir a costa de la ropa interior de cualquier persona, así fuera de la tercera edad o no.
Cuando llegamos a la cima de las escaleras, buscamos a un oficial de seguridad del establecimiento, pero no lo encontramos. Ese gañan se acercaba cada vez más a nosotras, nos pisaba los talones.
Estaba absolutamente segura. Si ese tipo se acercaba más yo haría justicia por mi propia mano. No estaba dispuesta a permitir que le hicieran daño a Jeanette, por ninguna razón. Y mucho menos si yo estaba presente. Era un hecho, el sé acercaba terminaba invalido o eunuco.
Tomé de la mano a Jeanette y me dirigí a la tienda más cercana. Nos metimos en ella.
--Aquí estaremos a salvo—Trate de recuperar el aliento, correr con unos tacones de 15cm de alto por escaleras eléctricas me había dejado exhausta—Hay que buscar a un oficial de seguridad aquí.
--¿Y si no hay?—Jeanette tosía, también estaba exhausta— ¿Qué vamos a hacer si no hay ninguno?
--Debe de haber uno—Estaba sujetándome de lo que tenía a la mano, sentía que me iba a desmayar—Dime ¿En que tienda de prestigio, como esta no hay en cada establecimiento un policía, para cuidar que no se roben nada?
--Pues… --Se quedo pensando—Tienes razón debe haber aquí un policía. Hay que buscarlo
--Si
Ambas caminamos por la tienda. ¿Cuál era? No sé solo me introduje en ella sin ver, así que seguí caminando con Jeanette. Pude notar que había varios vestidos y ropa de moda. Pero no Logré identificar que tienda era.
--Hunny, mira allí hay un policía—Me halo de la blusa— ¡Vamos, vamos!
Estaba distraída, tratando de identificar la tienda, así que no le hice mucho caso a Jeanette, al parecer la ignore.
--¡Diana!—Me grito desde el otro lado de la tienda— ¡Que vengas te digo!
Acudí lo más rápido posible que mis tacones me permitían.
--Mande—Trate de poner mi mejor cara— ¿Qué pasa Jeanette?
--Mira, encontré a un policía, hablemos de lo que nos paso
--Si—Me quede pensando—Empieza tu primero.
Jeanette se acercó al policía. Y se planto delante de él
--Hola—Sonrío— ¿Podría hablar con usted?
--Claro—Declaro él
--Mire—Jeanette comenzó a relatar—Allí abajo en el estacionamiento, mientras mi amiga y yo veíamos las bolsas del aparador de Louis Vuitton, un tipo extraño se nos acercó y nos comenzó a seguir.
--¿Enserio?—Parecía que el policía ignoraba lo que decía Jeanette— ¿Y después que pasó?
--Pues—Interrumpí a Jeanette
--Pues, el caso es que ese tipo, tiene una cara de ratero, y es un gran riesgo para su tienda señor, lo más recomendable es que de parte de esto a el equipo de seguridad—Tenía que decir eso, o ese policía no haría caso de lo que le estábamos relatando—Realmente debería hacerlo—Traté de que mi voz transmitiera un tono de intriga para que él actuara y se asustara—Imagine que ese tipo entre a esta tienda a robar. ¿A quién le echarían la culpa? A usted. Así que yo en su lugar actuaria.
Jeanette continúo mi idea de asustar al policía.
--Claro que si usted… --Dejó al policía en suspenso
--¿Qué si yo qué?—Ya se notaba un tono de paranoia en su voz—Dígame que si yo qué…
--Pues… --Me quede callada
--Dígame señorita, dígame—Empezó a cambiar el aspecto de su cara, se notaba pánico en ella, no era mi intención asustarlo pero era la única forma de hacerlo reaccionar— ¡Por Favor Dígame!
--Está bien—Accedió Jeanette a decirle algo al policía—Seria de gran ayuda tanto para usted como para nosotras que tomara su radio y comunicara a la base de seguridad lo que le dije. Porque si no usted ya sabe que pasaría. Ese tipo podría robar aquí. Así que usted decide.
El policía inmediatamente, entro en su pequeño cubículo y busco entre sus cosas su radio. A mi parecer la idea de hacerlo sentir mal había funcionado.
Mire a Jeanette tratando de darle a entender con mi mirada que todo había salido perfecto.
En ocasiones había llegado a pensar que, me entendía de una forma muy especial con Jeanette, ella siempre que le lanzaba miraditas y demás me entendía. No necesitaba preguntar o que yo le dijera las cosas. Había una comunicación más allá de lo normal. O algo por el estilo.
Me devolvió la mirada.
El policía al fin había encontrado ese radio y comenzó a buscar la frecuencia.
Su radio emitía un sonidito bastante ensordecedor.
--Por favor pare de hacer eso—Le suplique, sentía que mis oídos sangrarían—Es molesto
--Si perdón señorita, es que no encuentro la frecuencia—Siguió moviendo la perilla del radio—Listo ya la encontré
--Está bien entonces llame a sus jefes—le ordeno Jeanette—Que su radio hiere los oídos de mi amode.
Le lanzó una mirada de odio.
El policía obedeció y estableció la comunicación.
--Jefe, aquí guajolote caído, ¿me copia?—Se escuchaba interferencia— ¿Me copia?
--Aquí águila calva, ¿Qué pasa?
--Pues con la novedad que hay un sujeto extraño en la zona de estacionamiento-Louis Vuitton
--¿En esa zona?—Se oía alguien riendo al fondo—Tengo a Domínguez trabajando allí, no me ha reportado nada.
--Lo que pasa jefe es que el sujeto extraño, correteo a unas muchachitas hasta la tienda.
--¿En qué establecimiento estas?
--Pues ahorita estoy en la tienda de Hugo Boss
--Ok, mandaremos refuerzos, cambio y fuera.
Puse los ojos en blanco, los códigos para identificarse eran tan graciosos que me estaba costando mucho trabajo no reírme de ellos.
--Listo mis lady’s, ya le comunique al jefe su cuestión—Sonrío y dejo al descubierto su dentadura a la cual le hacían falta los dos dientes de enfrente—Ya pueden estar tranquilas y seguir comprando.
--Gracias—Dijimos al unisonó—Pero que gentil es usted—Sonreímos fingidamente—Seguiremos comprando.
--Ya saben aquí estoy para servirles.
Jeanette me lanzó una mirada y me dirigí hacia donde ella. Caminamos hasta donde estaban los sacos para caballeros.
--¿Tú crees que si le hagan algo a ese acosador?—Me miró a los ojos, casi como si quisiera escudriñar mi alma—Porque al parecer a ti te molesto mucho que nos siguiera
--Pues—Pensé en que era lo que le iba a contestar, cuando me miraba así era porque sospechaba algo—Yo creo que ni siquiera lo van a encontrar
--¿Por qué dices eso?—Simulo que le interesaba un saco negro, y me miraba fijamente—Anda dime
--Pues porque, el guajolote caído jamás me pregunto cómo era el susodicho
--Tienes razón—Miro por encima de mis hombros—Mira allí enfrente esta Carolina Herrera, podemos ir y ver que te acomoda más.
--Claro—Deje las cosas en su lugar—Vamos
Tome la mano izquierda de Jeanette y salimos de la tienda, dimos vuelta a la izquierda y caminamos de frente, porque para llegar a la tienda de Carolina Herrera teníamos que dar toda la vuelta, en medio había una especie de traga luz, así que seguimos caminando por todo el pasillo viendo, tiendas de zapatos, ropa para niños, maquillaje, tiendas de mascotas, restaurantes de cortes argentinos de carne, una tienda de discos y hasta una tienda de aditamentos para casas de muñecas.
Jeanette, me tomo por la coyuntura de mi brazo derecho y me mostro un poster de Tokio Hotel, que estaba en un espectacular del pasillo.
--Hunny, ya no aguanto la emoción—Salto de la alegría—Quiero verlos ya
--Lo sé, lo sé—Por un momento pude sentir emoción por el concierto, sentía como la energía corría por mis venas—Imagínanos hasta el frente gritando y coreando sus canciones. ¡Qué emoción!
--Oh, imagina como se verá Tom—Sonrío y se puso roja—Se verá tan sexy como siempre
--Puedo imaginarlo, pero seguramente se verán mejor Jeanette, los cuatro se verán geniales.
--Es verdad.
--Oye, vamos a la tienda, recuerda que tenemos también que empezar el proyecto del Sr. Banner—Puse los ojos en blanco—Ese maestro en verdad es tan patético que me da lástima de tan solo verlo.
--A mi también—Miro el techo—Sabes que este techo está lo suficientemente alto como para que el Sr. Banner se suicide.
--Hahahahahahaha—Me reí mucho—Es verdad
El Sr. Banner era el maestro más patético de toda la preparatoria, porque siempre andaba vestido igual que el día anterior. Pantalón color azul marino, camisa a cuadros y un tonto suéter encima de cuello redondo, zapatos negros y su típico portafolios, claro si hacer por un lado que el hombre era calvo, bueno no calvo, a decir verdad tenía el cabello al estilo de Carlos Bianchi, también tenía nariz aguileña, piel morena y una voz bastante chistosa. Y lo más destacable del Señor Banner era: que era tan patético que todo mundo lo vilipendiaba a su antojo. Y él jamás decía nada.
Quizás era por la materia que impartía. Todos los maestros que hasta ahora Jeanette y yo conocíamos que impartían español, eran tan miserables que realmente daban pena ajena. Pero un caso tan grave como el Sr. Banner era difícil de creer.
--Jeanette—Le llame con un tono de voz que ni yo logre identificar--¿Puedo preguntarte algo?
Note un gesto de sobresalto en su cara.
--Si dime—No quito en ningún momento ese gesto--¿Qué pasa?
--Tengo miedo.
--¿De qué?
--De que no encontremos mi atuendo y luzca horripilante en el concierto—No me atreví a decirle lo que realmente quería decirle—Ese es mi miedo
Relajo su rostro
--No te preocupes, para eso estoy yo aquí—Me empujó hasta la entrada de la tienda—Anda entremos, veras que todo saldrá bien, aparte tenemos otras tiendas de donde escoger.
--Si lo sé—Traté de ocultar una vez más, lo que sentía—Entonces manos a la obra
Entramos a la tienda y fue genial ver tanta ropa y tan a la moda. Sentí una descarga de energía al ver zapatos, blusas, jeans, camisas, suéteres había de todo allí. Pero eso no me quitaba de la cabeza el momento en que conocí a Javier. El ver a ese chico en la cafetería y que hiciera lo mismo que hizo Javier, me había dejado vulnerable.
Miles de recuerdos atacaban mi cabeza y por consiguiente le hacían daño a mi corazón.
Era difícil de asimilar, pero desde ahora por mi bien y por el de mi Jeanette tenía que aprender a vivir con el dolor. Y vivir la vida. Aunque lo que más me dolía era, no poder disfrutar como debía el concierto de Tokio Hotel.
Tenía que obligarme a hacerlo porque no dejaría pasar esa oportunidad, por tres razones:
Uno: Jeanette había pagado esta vez los boletos para el concierto
Dos: Era el mejor concierto “Welcome To Humanoid City” y el mejor espectáculo
Tres: Estaría hasta el frente y podría observar con detenimiento a mis ídolos.
Por eso mismo, dejaría mis ahorros en las compras de este día. Todo sea por salir adelante.

lunes, 22 de noviembre de 2010

UN RAYO DE ESPERANZA

UN RAYO DE ESPERANZA.
Al momento de virar hacia atrás noté que era un chico bien parecido. De mi estatura, no me era de desagrado, pero pues. ¿Qué confianza tenía el conmigo para decirme hermosa?, ni siquiera lo conocía. Y quizás me estaba sobre pasando un poco pero, tampoco iba a estar muy feliz que me dijera hermosa cualquier tipo.
Le trate de sonreír un poco y seguí mi camino. Fue grosero, lo sé. Pero no estaba de humor para socializar con nadie.
Mientras caminaba, a mi mente llegaron imágenes de cuando conocí a Javier. Justamente había sido en la cafetería.
Antes de que siquiera la nostalgia apareciera, Jeanette me llamo desde la mesa donde habitualmente nos sentábamos a comer.
--¡Hunny, siéntate ya¡--Sonrío—Es hora de comer.
--Claro, es hora de comer—Me saboree la comida—Es todo tan delicioso.
Empezamos a comer, todo era tan rico y lucía tan bien la comida. Jeanette y yo casi nunca hacíamos dietas, siempre comíamos lo que se nos antojaba, a diferencia de las anoréxicas que se encontraban en la escuela.
Mientras comíamos nuestros deliciosos alimentos, Jeanette menciono de nuevo el próximo concierto de Tokio Hotel, ella casi me estaba rogando para que fuera con ella a ese concierto.
--¿Hunny ya tienes listo que te vas a poner para ir al concierto?—Picaba sus papas con los dedos mientras esperaba mi respuesta—Porque no me puedes decir que aun no compras tu atuendo para el concierto.
Yo no me sentía con las fuerzas suficientes para hacerlo, pero si quería cambiar tenía que empezar con el pie derecho.
--Pues… tenía pensado en algo, pero creo que no me gusta mucho—Desmigaje mi panque con los dedos, mientras veía hacia la ventana evitando los ojos de Jeanette ó ella se daría cuenta que yo mentía—Así que esta tarde yo iría a tu casa para que me acompañaras a comprar algo al centro comercial.
Me comí las moronitas de mi panque, mientras esperaba que Jeanette pegara tremendo grito, porque le estaba mintiendo. Pero jamás pasó al parecer si estaba creyendo que ya era otra. Que había dejado de ser esa depresiva de antes.
Así que continué con mi propósito.
--Y bien… ¿Qué dices?—Me metí una papa a la boca— ¿Me acompañaras?
--Pues claro que si
--Genial—Aparente una felicidad inmensa, casi me asfixiaba con la papa, eso me ayudaría a que Jeanette creyera mi felicidad— ¡Eres la mejor!—Ella realmente era la mejor, no tenía la culpa de lo que me pasaba—Veras que la pasaremos genial escogiendo que ropa comprar.
--Si lo sé, pero debe de ser esta tarde, porque después no podremos, ya ves que tenemos que hacer lo del proyecto del Sr. Banner—Tomó un sorbo mi soda—Y ves que ese maestro es todo un fastidio. Así que debe ser hoy mismo, saliendo de clases.
--Lo sé, ese maestro es todo un caso—Bebí de mi soda—Sabes me da mucha curiosidad si está casado ó si tiene vida social.
--Ese es un gran misterio amode—Mordió su Hamburguesa y me hablo con la boca llena—Sabes un día hay que preguntarle si existe la Sra. Banner.
--Cierto—Comencé a comer mi pastel—Pero sabes también qué me intriga
--¿Qué?—Mordió de nuevo su hamburguesa, termino el bocado y empezó a hablar de nuevo--¿Qué más te intriga?
--¿Quién va a lavar mi ropa sucia?—Me metí otro pedazo de pastel a la boca—Porque mi mama no va a querer. Ya ves como es.
Jeanette siguió comiendo como si nada, parecía que no me había escuchado nada de lo que le había dicho hacia pocos momentos antes, hasta que interrumpió mi acto de desmigajar mi último panque de chocolate.
--Oye ¿Ya te diste cuenta que ese tipo de la mesa que está cerca de la ventana que da el patio principal, no deja de verte?—Se comió el ultimo pedazo de hamburguesa que le quedaba y continuo hablando– ¿Lo conoces?
Intrigada mire a ver quién era ese tipo del que Jeanette hablaba. Era él el tipo que me había dicho hermosa en la fila para pagar la comida. ¿Por qué me veía? Ignore lo que me había dicho Jeanette, y mire hacia otro lado tratando de evadir a ese tipo.
--No sé de quién me hablas—Termine mi soda, era lo único que me faltaba para acabar de comer—Yo no veo a nadie.
--Mira allí enfrente de esta mesa, hay un chico de cabello rubio, piel blanca, que te está mirando—Me señalo con la mano en qué dirección debía mirar, una vez más me hice la occisa y ni mire hacia donde ella señalaba—Aquí enfrente, ¿Si te das cuenta?
--No Jeanette no veo a nadie—Fingí de nuevo – ¿Estás segura de que alguien me ve? –Estaba poniendo en duda la cordura de Jeanette, no me gustaba hacerlo, pero era mi única salida—Yo en verdad no veo a nadie.
--Maldita sea—Enfureció—Mira aquí enfrente
No podía fingir más, tuve que mirar o Jeanette se iba a enfurecer más y por experiencia, no es conveniente hacerla enojar.
--¡Ahhhh!—Aparente sorpresa repentina—Claro que tonta soy como no me di cuenta ¿verdad?
--Si, no sé cómo no te diste cuenta—Se comió su ultima papa frita—Esta enfrentito de nosotras, y esta babeando por ti.
--¿Babeando por mí?—Puse los ojos en blanco—Eres tú a la que ve.
--No lo creo.
--Pues créelo—Trate de cambiar de tema—Y bien hay que planear como iremos al centro comercial
--No cambies el tema.
--No lo estoy cambiando—De hecho así era—Solo quiero saber cómo nos vamos a ir al centro comercial.
--Pues en mi auto ¿Qué otra manera hay?—Eso parecía una pregunta, y tenía que aprovechar para cambiarle el tema—No la hay.
--De hecho si la hay—Insinué que ella no sabía más que una forma, cosa que le molestaría—Otra cosa es que tu no la sepas.
--¿Qué estas tratando de decirme, que no sé cómo moverme aquí?
Era obvio que ya había provocado el enojo de Jeanette, pero tenía que hacerla enfurecer conmigo para que olvidara el hecho que ese chico me miraba.
--Si eso trato de decirte—Me había auto suicidado al haber dicho eso—No sabes andar por aquí.
Me lanzó una mirada rabiosa, me tomó por el brazo y fuerte y claro me grito.
--¡Ahora mismo veras que si se andar, por la cuidad así que andando vámonos al centro comercial!—Tomó tan fuerte mi brazo que seguramente aparecería un morete, si no es que me había roto ya el miembro--¡Muévete!
¿Me deje, mangonear como una niña chiquita por Jeanette, arriesgando la seguridad de mis miembros, solo para sacarle de la mente esa estúpida idea? Si así era, era un acto masoquista pero qué más daba, no podía arriesgarme a que ella descubriera que aun estaba enamorada de Javier.
Seguimos caminado, más bien ella me halaba hasta el estacionamiento de la escuela, para ir a Pabellón “Todo está carísimo”. Así había bautizado a ese lugar. Puesto que sus precios eran bastante altos e inaccesibles para la gente. Mis ahorros quedarían en este día de “compras” que más parecía el día de despojen a Diana de sus extremidades.
Llegando al auto de Jeanette, casi fui estampada contra la puerta, del aventón que me dio mi amada y protectora amiga, que con estas acciones me demostraba todo el amor que sentía por mí. Pero no la culpo yo ocasione su furia.
Logré entrar al auto, y acomodarme en él cuando recibí un golpe en la cara. Era mi mochila, a decir verdad dolía bastante el golpe, y eso que yo dejaba casi todos mis libros en el casillero. La educación pesaba y dolía bastante si te la arrojaban a la cara.
--Abróchate el cinturón—Me ordeno al encender su auto— ¡Te estoy diciendo que te pongas el maldito cinturón!
--Ya voy—De acuerdo Jeanette estaba muy molesta—Pero ¿No estás molesta conmigo verdad?
--No. Solo voy a demostrarte que si se andar por la ciudad.
--Está bien—Me sujete con uñas, manos y pies al asiento, cuando se ponía así era porque conduciría como una loca—Solo conduce con cui…--No me dejo terminar, cuando ya había dado el giro al volante para salir del espacio donde estaba el auto estacionado—dado.
--Si no te preocupes—Íbamos a 120 k/h, no me molestaba la velocidad, de hecho me encantaba. Pero me asustaba lo alterada que manejaba Jeanette—No te pasara nada mientras yo conduzca
Puso la radio, y estaban transmitiendo a Tokio Hotel y justamente estaba su canción predilecta “Für Immer Jetzt”. Ella amaba esa canción, se la sabia de cabo a rabo. Quizás escuchar música la calmaría y conduciría como una loca, pero no una loca alterada que mataría a su amiga.
Canto la canción, hasta el final. Optó por poner vía WIFI la radio oficial de Tokio Hotel, y en cuanto la puso estaba “Forever Now” era la versión en inglés de “Für Immer Jetzt” así que por consiguiente Jeanette se sabía esa canción también y la canto de nuevo. Ya estaba más calmada, al menos no moriríamos en el camino al centro comercial.
Yo también tararee la canción, era fan igual que ella de Tokio Hotel. Minutos después el auto de mi hermana ya era una verdadera fiesta con Tokio Hotel. El radio hacia que se cimbraran las ventanas por el volumen que teníamos puesto y obvio los subwoofer daban más presencia a la música. Sin esperar más en la radio estaba “The Pain Of Love” una de mis canciones predilectas. La cual se me de pies a cabeza, no era por ser presuntuosa pero realmente me sabia todas las canciones de Tokio Hotel. Me sabía mejor las que eran mis consentidas. Cante como nunca lo había hecho. Esas canciones de Tokio me hacían feliz, vibrar de alegría y hacían que volviera de nuevo.
No podía creerlo estaban pasando nuestras canciones favoritas una tras otra. Después siguió en la radio ”Dogs Unleashed” canción que le encanta a Jeanette por una camisa, de cierta persona que le encantaba observar hasta el cansancio.
Sin demorar me salió, mi lado de baterista ya estaba yo marcando el tempo con el pie, como un baterista profesional y con las manos simulaba las baquetas, mientras Jeanette cantaba y bailaba en su asiento.
La gente que pasaba al lado nuestro en su auto, nos miraban raro y en veces hasta se reían. Pero a ninguna de las dos nos dio la más mínima importancia.
De pronto “Human Connect To Human” Mi máximo de canción en la radio, no me podía hacer esperar, empecé a cantar como toda una diva, no me importo mi afinación ni nada de eso. Sentía que cantaba alado de Bill Kaulitz en un concierto mientras cantara esa canción con esas ganas que ahora poseía.
Canté con todas mis fuerzas y con toda mi pasión esa canción y me gusto hacerlo. Había exorcizado muchos de mis demonios cantando. Me sentía liberada con esa canción. Me identificaba con la letra. Sin hacer por un lado que esa canción hacia que me imaginara a mí con Bill Kaulitz. Un sueño que jamás pasaría, los famosos no se enamoran de una fan. Triste pero cierto.
De pronto Jeanette me anuncio que habíamos llegado. Era el estacionamiento del lugar. Había que tomar unas escaleras eléctricas para llegar a las tiendas.
Apagamos la radio, desabrochamos nuestros cinturones. Pero a mí se me había atorado un zapato en la alfombra así que tarde en salir del auto. Cuando salí de mi lado derecho había un poster inmenso del concierto de Tokio Hotel. Y al primero que vislumbré fue a Bill. Se veía bien, pero no me llamó mucho la atención así que solo vi la fecha del evento en la parte baja del anuncio. Cerré la portezuela del auto y me reuní con Jeanette en un aparador.
--Listo. Andando amore—Empecé a caminar rumbo a las escaleras para subir—Jeanette andando
--Aguarda—Me pare en seco—Ven a ver esto.
Acudí de inmediato para ver qué era lo que Jeanette quería.
--Diana, discretamente mira el reflejo de ese Honda Civic Blanco que está a 5 autos después del nuestro, del lado izquierdo—Seguí las indicaciones de Jeanette, sin despegar mi atención del espejo del aparador—Fíjate con detenimiento y dime si no es…
Me quede helada del susto.
--¡Por Dios!—En mi cara apareció un gesto de pánico—Es…

domingo, 21 de noviembre de 2010

LIBERANDO PRESION

LIBERANDO PRESION.

A lo lejos pude vislumbrar la sombra de un hombre, claro eso si mis ojos no me engañaban.
Me asusté así que tome por el brazo a Jeanette y la arrinconé de modo que no nos viéramos ninguna de las dos.
--¿Me vas a besar o algo así?—Inquirió—Porqué si es así de menos podrías decirme algo bonito, ¿no crees?
--Jeanette, no te voy a besar—Le aclare susurrándole al oído—Lo qué pasa es que vi a alguien allí afuera.
--Demonios, pensé que me ibas a besar.
--Después, ahora tenemos que salir de aquí.
--Primero hay que pensar en cómo te vas a vestir ¿no?—Me aclaro—después pensamos en cómo salimos de aquí.
--Tienes razón ¿Cómo me voy a vestir? Esta maldita toalla esta atiborrada de agua, no soportara más y se me caerá de nuevo.
--Y veré de nuevo tus miserias
Le lancé una mirada furibunda, porqué ese “Tus miserias” no me era de mucha ayuda para él autoestima.
--Sabes que, mejor me cambio en un lugar donde si me quieran.
--¡Huy qué sensible!
Salí a husmear un poco para, ver si ya se habían ido los intrusos y así era así que me dirigí de nuevo a los vestidores de mujeres.
Estaba algo meditabunda, ¿Por qué? no sé, pero lo estaba. Quizás esa tristeza ya había consumido lo poco que quedaba de mí.
Un motín de pensamientos atacaba mi cabeza, confundiéndome, castigándome, obligándome a pensar en Javier una vez más. En mi pelea interna, llegó una idea que me pareció absolutamente estúpida. Quizás yo ya había olvidado a Javier, pero eso era totalmente ilógico porque no hacía más que un mes y medio que había terminado con él. Y se dice que tardas la mitad del tiempo en que estuviste con esa persona para olvidarlo a mi me tomaría cinco meses y cachito hacerlo. Y era totalmente tonto que al pasar un mes y medio ya lo hubiese logrado.
Esa tenía que ser una triquiñuela de mi subconsciente y mi corazón para probarme. Se debían asegurar de que mi amor por Javi aún no había muerto y pues así era seguía vivo en mi interior. Lacerándome como siempre.
Llegué a la banca donde me había quitado la ropa antes, mi cabeza explotaría y a mis ojos se les desbordaban las lagrimas.
Tomé un poco de aire, pero esto no me calmaba, mis pulmones estaban contraídos. Al parecer se rehusaban a recibir aire. Querían sufrir conmigo o hacerme sufrir más, cualquiera de esas dos, era parte de mi nuevo golpe de depresión repentino.
Puse mis manos sobre la cara. Sentía que el cuerpo se me acalambraba, no era justo. Sentía que le hacía daño a Jeanette con mis frecuentes caídas de ánimos, ella se esforzaba mucho por subirme el ánimo y yo me estaba dejando caer al abismo.
Ella no se merecía eso, tenía que hacer un esfuerzo por salir adelante. Tenía que esforzarme más por salir a flote por ella que se desvivía en protegerme y se lo agradecía con toda el alma.
Más que mi mejor amiga, ella era ahora mi hermana, mi complemento.
No había peor cosa, que una persona que se niega a salir del hoyo, y eso terminaba por sacar de quicio a las personas que estaban alrededor.
Suspiré una vez más y puse en marcha mi nuevo objetivo.
¿Qué cual era? Pues salir adelante por mi amiga. Ella que sacrificaba fiestas, reuniones familiares y demás compromisos sociales por estar conmigo, para sacarme de esta estúpida y repetitiva depresión. Y yo no podía defraudarla echándome para atrás, así que esta decisión era definitiva. No había vuelta de hoja.
Ahora mi antigua yo tenía que regresar, mejorada y aumentada.
Me puse de pie. Busqué con la mirada a Jeanette; no lograba encontrarla, hasta que sentí un pequeño golpecillo en mi espalda.
--¿A quién buscas?
--A ti
--A pues ya estoy aquí—Me sonrío—Toma tu ropa hunny.
Mis ojos se llenaron de lágrimas de felicidad. Tenía a la mejor persona, al mejor angelito a lado mío y llevaba por nombre Jeanette.
--Gracias amore—Le devolví la sonrisa—Te quiero tanto
La abracé. Bueno más bien la estrujé con todas mis fuerzas, derramé unas lágrimas de felicidad.
--Gracias por todo amore, en verdad gracias.
--No me agradezcas, lo hago porque te quiero y mucho.
Ambas lloramos. El momento lo ameritaba. Hasta que se alcanzo a oír un portazo, las dos saltamos del susto. Casi gritamos, pero en vez de eso huimos al closet donde estaban las toallas limpias y demás cosas para el equipo de natación de la escuela.
--¡Cámbiate rápido hunny!—Me ordeno mientras vigilaba por la ranura de la puerta—No es seguro estar aquí.
--Si, si ya voy—Susurré mientras me vestía—Solo sigue cuidando que nadie venga para acá, mientras me visto lo más rápido que puedo.
--Está bien, pero apresúrate ok
--Si
Seguí cambiándome, pero me di cuenta que en mi maleta, no solo había ropa deportiva, había otro atuendo bastante lindo, así que cambie de opinión y opté por ponerme ese y no unos pants. Que mejor manera de empezar a salir adelante, que poniéndome mi ropa de antes.


Termine de cambiarme. No sabía cómo me veía así que llame a Jeanette
--Ya acabe.
Ella se dio la vuelta. Puso los ojos como platos.
--¡Por dios!—Tartamudeaba—Hunny pero que cambiazo. Me agrada te vez…
Lo dijimos ambas, al mismo tiempo.
--¡SEXY, SEXY!
Reímos jubilosas
--Lo sabia soy, ¡sexy sexy!—Reí de nuevo—Bueno nena vámonos porque en la cafetería seguramente abra mucha gente y quiero un buen tajo de pastel de chocolate.
--Si que rico, yo quiero una hamburguesa—Se saboreo en su mente esa deliciosa hamburguesa llena de grasita—Así que andando.
Empezamos a caminar, por el pasillo. Mis tacones hacían un ruido lindo, cuando yo caminaba. Era un ruidito que hace mucho no escuchaba, a decir verdad desde que rompí con ese…
Había dejado de usar, tacones y ropa linda. Desde el día del rompimiento con ese tipo, solo usaba ropa varias tallas más grandes que la mía y holgada. Hasta el día de hoy que volví a usar mi ropa in.
--Hunny, ten cuidado no te vayas a caer recuerda que hace mucho tiempo que no usas zapatos de tacón.
--Si lo sé hermosa, pero no te preocupes, lo que bien se aprende nunca se olvida.
Seguimos caminando, por el pasillo de regaderas hasta salir por, la puerta principal de la alberca, caminamos un poco mas hasta llegar a la glorietita principal, que está justo en el centro de la escuela donde todos los alumnos se reúnen allí al termino de cada clase. Recordé que mis lentes estaban en la valija, así que los saqué y me los puse. Seguí caminando como si nada hasta que Jeanette me recordó algo muy importante.
--Oye hunny…
--Mande amore
--¿Y tu ropa mojada y sucia?
Petríficada, miré a Jeanette.
--¿Qué voy a hacer amore?
--No te preocupes—Me explico—Yo voy por la ropa y tu solo espérame donde siempre ¿Si?
--Está Bien.
--¡Hey!, procura no caerte ¿Si?—Me solicito—Y también procura caminar como toda una diva, que vean que tú has regresado.
Sonreí gustosa
--Da eso por hecho amore.
Jeanette tomo su camino, y yo el mío. Pero como le había prometido, yo luciría como toda una diva. Bella y siempre con estilo, aunque por dentro estuviera destrozada, eso no debía aparentarlo mi rostro. Así que puse mi sonrisa más linda y creíble que tenia y seguí caminando como si fuese una pasarela.
Vi varias caras asombradas a través de mis lentes obscuros, como de mosca, me miraban perplejos. Seguí como si nada, hasta que enfrente de mí se apareció Angelique
--Pero que patética eres, ¿Crees que con ponerte tu ropa de antes ya eres genial de nuevo?
Su petulante tono de voz, me sacó de quicio así, le conteste.
--No me creo genial Angelique, lo soy por mucho que te pese
--Ay linda si lo fueras, Javier jamás te hubiese cambiado por mí—Esas frases habían sido un golpe bajo para mí— ¿Y eso que nos quiere decir? Que no eres tan genial como piensas.
--Mira, era obvio que Javier me cambiaria por ti, tú eres una ofrecida callejera de mala muerte y yo no querida. Tengo clase, algo que tú no conoces. Y sabes que quítate de mi camino que, no perderé más tiempo hablando con una…
--Estúpida, ofrecida como tú
--Exacto. Jeanette tiene razón, así que cuídate, no te deseo nada malo, pero las enfermedades de transmisión sexual están de moda eh. Mucho ojo.
A eso se le llamaba dar una cachetada con guante blanco, como diría mi abuelo. Angelique era una vulgar, pero yo no. Le dije zorra pero de una forma educada. Y a eso se le llama clase.
Suerte que Jeanette estaba justo detrás de mi si no quizás, me hubiese pasado algo malo, con eso que las que son corrientes siempre sacan el cobre a la hora de los golpes. Y no es que a mí me dieran miedo los golpes, pero apenas estaba regresando al mundo real, así de vulnerable como me encontraba quizás si me hubiese podido dar una buena golpiza esa… arrabalera
Jeanette me tomo por el brazo y seguimos caminando hasta la cafetería.
--¡Yeah! Hunny, le contestaste bien y bonito—Estaba feliz—Tal y como se lo merecía esa zorra de mala muerte.
--Exacto, ya vez estoy regresando a ser yo.
--Si y eso es lo más genial, aparte de que comeremos antes que nadie.
--¿Por qué comeremos antes que nadie?
--Porque, no hay nadie en la fila, así que apresúrate que ya me gruñe la tripita de hambre.
--Hahaha ok—Corrí lo más rápido que pude—Jeanette hay pastel, hamburguesas, papas a la francesa y panques ¡Que rico!
--Si—Hablaba con la boca llena—Ya me di cuenta, estos panques están deliciosos.
--Genial—Me postre enfrente de la cocinera con una charola en la mano—Sírvame, una rebanada de pastel de chocolate, una hamburguesa, papas a la francesa y 2 panques, por favor.
--Claro—Puso las cosas en la charola--¿Gustas algo de beber?
--Si
--¿Coca cola?
--Claro
--Aquí tienes cariño—Me sonrío—espero lo disfrutes
--Claro que si—Le devolví la sonrisa--¿Cuánto es?
--Son $75 pesos
--No, ¿Cuánto es de las cosas de Jeanette y las mías?
--Son…déjame ver--Hizo una cuenta en su calculadora-- $150 pesos cariño
--Gracias—Saqué los billetes y pagué la comida—Es muy amable.
--Gracias a ti cariño.
De pronto alguien hablo detrás de mí.
--Disculpa, me das permiso hermosa—Toco la parte de atrás de mi hombro—Necesito la cátsup.
Me quede helada, nadie me tocaba más que Jeanette, y este tipo osó tocar mi hombro, se que se oía un poco petulante decir eso, pero es que nadie me tocaba ni por accidente desde hace mucho. Con eso que hacia pocas horas antes, era una depresiva que era blanco fácil de todas las desgracias. Bueno aun lo era solo que ahora lucia mejor.
Me di la vuelta para ver quién era.

domingo, 14 de noviembre de 2010

CAMBIOS DESAPERCIBIDOS

CAMBIOS DESAPERCIBIDOS
Parecía mentira, pero agradecía que Jeanette me hubiese dado ese golpe, me acababa de reacomodar las ideas.
Ciertamente ella sabía cómo hacerme reaccionar. Claro es algo rudo que llegue alguien y te dé tremendo bofetón para que reacciones, pero qué más da. Amaba a mi adorada Jeanette, por mucho que me golpeara.
Bueno a decir verdad, solo cuando empezaba a hablar de Javier y de su traición más de la cuenta, ella se desesperaba y le daban ganas de asfixiarme. Pero fuera de eso, era mi hermana, mi ángel guardián.
-¡Hey, lávate detrás de las orejas—Declaró Jeanette con un tono autoritario, mientras me ayudaba limpiando el lodo que había en mis botines—Las personas lucen algo repulsivas, si no se lavan detrás de las orejas.
--Si Jeanette, te prometo lavarme detrás de las orejas.
Me mire al espejo y lo único que veía era un chica cubierta de fango, como paleta de leche cubierta de chocolate liquido, cómo una paleta que venden en las paleterías la Michoacana.
Fui realista con la situación limpiándome con toallas de papel y agua, no desaparecería toda esa suciedad de mi persona.
--Jeanette tengo algo que decirte.
--¿¡Qué!?
--Mira no creo que con toallas de papel y agua se valla el lodo
Me interrumpió no me dejó terminar.
--¿Y?, ¿Acaso quieres meterte al lavamanos para darte una ducha?—Obviamente estaba siendo sarcástica conmigo. Jeanette estaba poniendo en duda mi cordura y mi capacidad de entender un buen sarcasmo--¡Oh ya se!, Quieres enjuagarte en los aspersores de los jardines, ¿Cómo no lo había pensado, Jeanette porqué eres tan estúpida a lo evidente?
Puse los ojos en blanco.
--Disculpe usted señorita sarcasmo, ¿Podría hablar con Jeanette?
--Está bien habla…
Comencé a contarle mi plan
--Mira a estas horas, no hay nadie en la alberca, ¿verdad?
--No, no hay nadie
--Bien la idea es que, yo valla a las regaderas de los vestidores y allí me duche, nadie se dará cuenta.
--No es mala idea hunny—Se quedó meditabunda—Pero ¿Qué pasará con la ropa que traes puesta?, esta toda llena de lodo y no tienes nada que ponerte.
--Mira eso se resuelve, solo con que tú vallas a mi casillero, te sabes la combinación y sacas mi maleta de deportes, allí tengo mi pants y más cosas, solo las uso y asunto arreglado.
--¡Bien, no suena mal, nada mal esta idea¡
--Bien amore, manos a la obra.
--Si wey si fuera albañila lo haría, pero no lo soy.
Le lancé una mirada furtiva.
--Tú sabes a que me refiero Jeanette, así que andando.
--Está bien amargada andando, pero antes ponte las botas, ¿No?, digo porque no pensaras salir a el campus en calcetines ¿O sí?, capaz y te da algo.
--¿¡Qué me va a dar!?
--Pues pie de atleta, te olerán feo los pies, te saldrán champiñones feos y cosas así. ¡Qué asco¡
--Claro—Puse los ojos en blanco, me puse los botines y até las agujetas—Lo dices por experiencia, ¿Verdad?
Jeanette tardó en reaccionar a mi insulto, bueno más que insulto era sarcasmo. Quizás pasaron más de 2 minutos sin que ella reaccionara, hasta que al fin lo hizo.
--¡Oye tú!—Arrugo el ceño—Ven acá, pedazo de…
La interrumpí antes de que siquiera acabara la frase.
--Hahahahahahahaha, pedazo ¿De qué?—Salí del baño y empecé a correr—Si no me alcanzas anciana, no sabré lo que dices.
--Cuando te alcance tú… tú—Se quedo callada un segundo, como si estuviese maquinando un plan malévolo—Tú conocerás mi furia.



Seguí corriendo hasta que llegue a la entrada de la alberca.
--Jeanette, te veo después.
--Deacuerdo.
Tomamos diferentes caminos, ella se dirigía a los lockers por mi maleta y yo, a quitarme el fango de encima.
Corrí hasta los vestidores, de la alberca. Eso si lo hice con mucha cautela, no quería que nadie se diera cuenta de mi presencia y que me regañaran o algo por el estilo.
Me apresuré a ducharme, me deshice de mi ropa cubierta de fango, estaba realmente asquerosa. Me situé en la regadera del fondo, la más lejana de todas, así nadie me vería ni me escucharía. Al principio mi ducha fue placentera, hasta que oí voces que se acercaban cada vez más ninguna se parecía a la de Jeanette así que cerré la llave del agua y me envolví en la toalla, para esconderme.
Me escabullí por las regaderas, con el suelo húmedo, pero las voces se acercaban cada vez más a mí.
Entonces, llegue a la entrada de la alberca y me introduje en ella, solo con una toalla encima, debajo de ella estaba absolutamente desnuda.
Tal y como vine al mundo
Pero era eso o dejar que me atrapen desnuda, unos tipos que no conozco. Así que tome una gran bocanada de aire y me sumergí
Espere, pacientemente mientras esas personas al parecer husmeaban, porqué sospechaban de que había alguien en las instalaciones.
Los pulmones me empezaron a arder, el aire se me estaba acabando pero tenía que aguantar más, y así lo hice
Hasta que oí como las pisadas eran fuertes y después ya no las oía, así que se habían ido
pero aguante un poco mas quizás regresarían, pero al fondo percibí la voz de Jeanette
Esa voz era inconfundible, así que emergí del agua desesperada por respirar.
Jadeé por aire, sentía que mis pulmones explotarían y era normal. Pase cerca de un minuto y medio bajo del agua, esperando a que quien sabe quién demonios acabara su inspección.
Salí como bólido de la piscina sin fijarme en nada. Hasta que la toalla que yo traía puesta encima se calló era lógico, estaba atiborrada de agua y no se sostendría, así que dejó al descubierto mis atributos.
--¡Por dios cúbrete!—Gritó histérica Jeanette—No quiero ver tus miserias.
Me quede perpleja y tomé la toalla, aunque estuviese a su máxima capacidad de agua, la sujete con ambas manos para que no se cayera de nuevo y sere sincera ese “tus miserias” había herido un poco mi ego.
Jeanette y yo caminamos juntas hasta los vestidores de nuevo.

domingo, 7 de noviembre de 2010

HERIDAS QUE NO CIERRAN

HERIDAS QUE NO CIERRAN.

Me sentía bastante triste las cosas en mi vida no iban del todo bien.
Lo único que me consolaba era hablar con mi amiga Jeanette del próximo concierto de Tokio Hotel. A decir verdad era una banda muy buena, pero... creo que yo no tenía la fuerza emocional para ir a ese concierto con Jeanette, aunque muriera de ganas por hacerlo.

Había terminado recientemente una relación de mucho tiempo, y yo aun seguía herida prácticamente en estado de "Muerto Vivo", mi amiga Jeanette no se cansaba de repetirme una y otra vez que tenía que ir al concierto de Tokio Hotel para sentirme mejor, que tenía que sentir la fuerza de la música y la presencia de los chicos de TH eso me haría sentir viva y así lo olvidaría todo. Aparte de que ella Muere por Tom Kaulitz, y deseaba verlo en ese concierto, ella se preocupaba mucho por mí.


Paso una semana sin cambio alguno siempre era la misma rutina yo lloraba en mi habitación, veía las fotos que me saque con ese mal novio, comía helado, chocolates y a eso se le llamaba tener sentimientos encontrados en medio de una depresión.
Quizás la gente se preguntaba, porqué tenía esa depresión, la respuesta era sencilla, aunque también era necesario hacer de nuevo una pregunta bastante estúpida a decir verdad, pero tenía que preguntarme eso una y otra vez ¿Cómo fui tan estúpida para no darme cuenta que la que se decía mi mejor amiga era la amante de mi novio?, pues si la respuesta es más sencilla que nada. Y era la causante de esta depresión. Fui una total estúpida en creerle a ese tipejo que me amaba y a esa arrastrada que era mi amiga.

Aun maldigo el día en que los conocí a ambos. Sabía que la vida es cruel, pero eh llegado a la conclusión que la vida se ensaña conmigo, no solo es cruel "Me Odia", soy un imán para las desgracias.

Un millón de pensamientos malos se arremolinaban en mi cabeza, tenía que alejarlos de ella lo más pronto posible o terminaría reventando de gorda. Tanto helado me haría subir toneladas de peso.

Decidí escuchar música. Tome mi ipod del buró y busque mi lista de reproducción de Tokio Hotel. Allí estaba esa lista que me sacaba de está mundo y me transportaba a otro con solo oír su música. Amaba la música de Tokio Hotel era mi grupo favorito por mucho, podría mencionar algunas cosas, su música, el sonido, sus influencias, los integrantes, en resumen Tokio Hotel me encantaba

Deje que la música me relajara, que me transportara a otro mundo.
Desperté en algún lugar, no sé en cual no parecía conocido para mi, y no podía dejar por un lado que estaba obscuro, como boca de lobo, por muy rustico que esto se escuche, eso parecía “Boca de Lobo”, seguí caminando sin rumbo alguno.
A lo lejos pude distinguir una luz, no muy fuerte era muy tenue pero era luz, caminé en su dirección, a mi juicio parecía que había caminado más de diez horas. Hasta que llegue a mi destino, la luz tenia se había convertido en un umbral que lastimaba los ojos.
Entre cerré mis ojos y seguí caminando. Encontré una puerta negra, que decía “Acceso 1” Halé de la manija que tenia la puerta justamente al centro.
De esa puerta emano niebla y mucho aire, camine un poco más y caí al suelo, cuando me levante estaba en el mismísimo concierto de Tokio Hotel, eran ellos, Tom, Gustav, Georg y Bill.
No había ninguna duda eran ellos, no podía equivocarme podía reconocerlos a kilómetros, tenia bien estudiada la estructura de su cuerpo de cada uno, así que si no había ningún error estaba en el concierto de Tokio Hotel.
Camine hasta situarme en el frente en primera fila, para poder estar más cerca de mi banda favorita. Allí estaba yo parada enfrente de Bill Kaulitz, mientras el cantaba “Monsoon”, podía sentir que mi corazón iba al ritmo de la canción y que flotaba de tan solo ver la energía que Bill le ponía a cada canción cada vez que cantaba.
Voltee la cabeza un momento me había parecido escuchar algo raro, cuando enfoque la vista en un punto equis , estaba él mi ex novio besándose con esa tipa que se decía mi mejor amiga, no pude evitar sentir una oleada de dolor, caí al piso; mis rodillas se golpearon contra el mismo, los ojos se me llenaron de lagrimas.
Al fondo se escuchaba “Love is dead” Bill cantaba con tanto sentimiento esa canción que el alma se me desgarraba, sentía que el aire me faltaba, no podía soportar más presión, la herida que había en mi corazón estaba más abierta que nada, me puse de pie y al momento que mire a los ojos a Bill Kaulitz el termino la canción con “Its Over Now” y me desmayé.
Abrí los ojos, evidentemente era un sueño haber estado en ese concierto, pero hasta en mis sueños ese tipo me hacia sufrir, mis ojos estaban llenos de lagrimas, y a mi dolor le llegaba más peso. Ya que en mi ipod aun sonaba mi lista de reproducción de Tokio Hotel y en ese preciso momento estaba “Dont Jump” , Bill sabia como ponerle su sello personal a las canciones y transmitirles sentimientos, esta canción en especial tenía una armonía bastante triste y deprimente que a mi corazón no le hacía nada bien.
Debajo de mi cama, pude notar que había una camisa de mi amiga Jeanette, al parecer era de Tokio Hotel, quizás la había olvidado el viernes pasado que se quedo a dormir en mi casa, esa misma noche fue la peor de mi vida, intente cortarme las venas, gracias a dios Jeanette estaba conmigo de no haber sido así no se que hubiese pasado conmigo.
Me levante como pude, aun seguía llorando inconscientemente. Limpie mis lagrimas, me metí al baño para darme una ducha, solo así podía llorar sin que nadie o yo misma me diera cuenta y pena.
Puse mi ipod en la base de mi grabadora en el baño y puse “Sacred” esa canción me hacia sacar lo que traía adentro, TODO lo que traía dentro de mí, salía de mi sistema con esa canción, era maravillosa la forma en que Bill te hacía sentir diferentes cosas con solo cantar.
Me relajaba tanto la voz de Bill, que se me había olvidado el tremendo golpe que me había dado, cuando me caí de la cama, con esa terrible pesadilla. Pero ¿Para qué me engañaba a mí misma?, no era una pesadilla era mi subconsciente que quería que me diera cuenta que, tenía que dejar el pasado atrás y vivir el presente, que no tenía que depender siempre de ese… Mal Novio, que tenía que seguir con mi vida. ¿Pero cómo seguir con mi vida si él se encargo de matarme en vida?
Lo sé, losé era más que obvio que me negaba a dejar ir a Javier, pero es que yo si me entregue al máximo a ese noviazgo, le di mi tiempo, mi amor, mi todo y eso a él no le importo en lo más mínimo. Solo se fue con otra, sin pensar en las consecuencias de sus actos, y es que es tan difícil asimilar que el amor que él juraba tenerme murió de un día para otro.
De pura rabia en la ducha, golpee la pared y rompí un azulejo, el cual corto mis puño y por lógica sangro mi mano bastante. Como pude termine de ducharme sin ensuciarme de sangre.
La hazaña fue difícil pero logre hacerla, ahora el objetivo era detener la hemorragia que había en mi mano, antes de comenzar a vestirme y no llegar tarde a la escuela.
Comencé por echarle alcohol a la herida para que cauterizara. Tome la botella, le quite la tapa y dejé caer el alcohol en la herida, esa no fue mi mejor idea porque me hizo gritar más que si tuviera siete brazas al rojo vivo en mi lengua. Una traducción al castellano de lo que antes dije seria que me ardió bastante, lloré de dolor y se me salieron unas cuantas maldiciones. Después de mi acto casi suicida tome una gasa la coloque en la punzante laceración y la vende.
Me vestí lo más rápido que pude, puse algo de maquillaje en mis ojos y omití peinarme solo me puse un gorro encima de la cabeza y me salí de mi casa corriendo para alcanzar el transporte escolar.
Llegué a la esquina de la calle a tomar el autobús, pero mi estancia al subir en este no fue placentera como siempre, desde que la gente se entero que fui ruinmente engañada por mi novio con mi mejor amiga, era el centro de burlas de toda la preparatoria.
Y para mi desgracia Jeanette no estaba conmigo, ella me defendía era la única que sabía que esa infidelidad del que yo pensaba era el amor de mi vida me había dejado muy vulnerable, y era objetivo fácil, para burlas, bromas, humor negro y demás.
Tenía que soportar sola ese viaje de 100 kilómetros a la escuela, tenía que aprender a vivir por unas horas sin que Jeanette me rescatara, Lo sabía era imposible pero tenía que intentarlo. Algún día ella terminaría por hartarse de estarme cuidando las espaldas, y yo terminaría por morir porque si no era ella la que me rescataba, me dejaría morir. Esta depresión estaba acabando con mi vida, el dolor era más grande que nada. Mi vida se había resumido a llorar todo el día, no comer nada a menos que Jeanette me rogara para que comiera y eso le tomaba horas, después en mi cama lloraba por otras horas más hasta que el sueño me vencía. Todo, absolutamente todo se había vuelto un vórtice de dolor para mí.
Y no había, ni existía poder humano o sobrehumano que lograra que yo saliera delante de esta maldita, maldita depresión. Me estaba consumiendo.
Por la ventana miraba a la gente pasar, las hojas de los arboles caer y a los pájaros acurrucarse en sus nidos porque tenían frio. Ver las hojas cayendo de los arboles por el viento me recordó aquellos momentos bellos que había vivido alado de Javier, esas tardes sentados en nuestra banca preferida del parque esperando a que se metiera el sol, abrazados.
La nostalgia me invadía, mis ojos una vez más se llenaban de lágrimas de dolor, lagrimas que venían del corazón. Una vez más mi corazón y mis heridas actuaban por mí; así que de mi mochila saqué mis lentes, y me los puse. No me era de mucho agrado que la gente me viera llorar, si ya así se burlaban de mí ahora si me vieran llorando seria blanco fácil de más habladurías y sin la protección de la que ya no era mi mejor amiga, ahora era mi hermana. Jeanette se encargaba de protegerme, agradecía a dios y al cielo que me hayan mandado a una amiga de tan buen corazón que realmente me quiera y me apoye en las buenas y las malas.
Recargue mi cabeza en la ventana, saque mi ipod y escuche de nuevo desde el principio todos los discos de Tokio Hotel, las primeras canciones se pasaron como si hubiesen sido segundos hasta que de nuevo sonó en mi cabeza “Ready Set Go”, me estaba refugiando en la música, una vez más pero no era cualquier música era “Mi Música” lo que a mí me hacía sentir bien, bueno al menos antes de que me convirtiera en un bulto gris sin vida y sin sentimientos. En esos dulces ayeres cuando yo era una persona que emanaba energía, buena vibra y estaba feliz siempre. Escuchar esa música me hacía sentir mejor que nunca. Ahora solo lloraba más que antes, estaba segura de que si no me mataba de hambre; moriría de deshidratación por tanto llorar. Cualquiera de las dos era lo bastante patética para que llegara mi fin.
Mire hacia la nada por la ventana. Me pareció que las cosas no podían empeorar más, pero dentro de mi había un presentimiento que no me dejaba en paz, bajo esa cascara que parecía que era yo, quizás aun había una mujer pensante y que sentía que algo iba a pasar. No estaba del todo segura, pero qué más daba mi vida ya era un asco, una cosa más que se agregara o que se fuera de ella no sería de gran importancia.
Me enfoqué en escuchar a Tokio Hotel, y logré captar que la voz de Bill era tan dulce, ruda y seductora a la vez que las canciones eran perfectas.
Escuché un poco más y realmente Tom era un genio con la guitarra, porque se escuchaba tan bien, cuando hacia solos, claro seguramente él tenía que ser muy exigente en la guitarra que usara, porque no solo se necesita el talento de Tom si no también una buena guitarra que lo haga expresarse con las cuerdas como todo un genio de la música.
También note que Georg realmente le imprimía energía a las canciones cuando tocaba el bajo, había veces que las canciones eran tan nostálgicas que el bajo era lo que más importaba, aparte de que se complementa con la guitarra de Tom.
Y como olvidar la batería, Gustav sabia como golpear esos tambores, tan bien que con que tan solo él marcara el tempo con la Batería te hacía sentir ganas de bailar. Lógicamente si lo complementas con la maravillosa voz de Bill, la guitarra de Tom y el Bajo de Georg haces un Boom de pura música de calidad.
Estaba tan metida en mi mundo de Tokio Hotel, que no me había percatado que habíamos llegado a la escuela, hasta que el autobús se paro y casi golpeo mi cara contra el manubrio del asiento.
Alcancé a oír risillas al fondo, por mi incidente. Me pare lo más rápido que pude, evitando caerme en el pasillo del camión, llegue sana y salva a la puerta hasta que sentí unas manos en mi espalda.
Segundos después estaba volando por los aires, hasta que mi cara se impacto con un inmenso charco de lodo que había en el pasto.
Mi caída hizo tremendo ruido que varios estudiantes voltearon a ver qué pasaba, y allí estaba yo. En el charco de lodo, con toda la cara embarrada de este y llorando, aunque no se notara porque traía puestos los lentes ahora también manchados de lodo.
Entre la multitud y las burlas alcancé a oír una voz, que maldecía a todo mundo.
--¿¡Mierda, que pasó aquí!?
--Nada, solo que tu estúpida amiga, es tan patética que se cae sola- se reían de mí a carcajadas- ¡Por lo que más quieras llévatela de aquí da mala imagen a la escuela!-- sin piedad se regodeaban de ver mi desgracia
Agudicé un poco más mi oído, que estaba también lleno de lodo y me percaté que era Jeanette la que me defendía. Ella era mi ángel de la guardia.
--¿¡Estúpida!? , mira en primera la única estúpida que conozco eres tú y si no quieres salir con un ojo morado o sin dientes es mejor que te largues de una vez de aquí. Porque no respondo.
--¡Uy que miedo! , ya vámonos porque entre esta loca agresiva y la emo que se cae sola, van a darnos mala reputación.
El grupito que era comandado por esa mal amiga, Angelique que como antes ya había mencionado me había quitado el amor de Javier, justificándose que él le había pedido ayuda para regalarme algo que valiera la pena en nuestro aniversario de 11 meses de noviazgo, y a la semana de que empezaron a hablarse y a entenderse, Javier termino conmigo “Porque ya no era lo mismo”, el típico pretexto machista cuando tienen a otra, y el complemento de esa frase es “Necesito tiempo para pensar en mi” con eso lo dicen todo.
Jeanette, se acercó a mí, me tomó por el brazo y me levanto.
--¡Ey Levantate Hunny!, no te quedes allí—me explico condescendiente, levantándome poco a poco—mira que tu eres mejor que esa bola de…
-- No lo soy Jeanette, no lo soy—admití entre lágrimas—si lo fuera, ¿Porqué Javier me dejo?
--¡Ya basta de solo hablar de Javier!, No dependes de él, tienes vida propia y que hayas estado con ese patán fue el más grande error que pudiste haber cometido, deja el pasado atrás y vive el ahora—Me grito bastante molesta—por favor, reacciona hay gente que te quiere y debes de seguir por nosotros, no truncarte en una mala vivencia y tratar de encontrar él porque de su fracaso, deja de lastimarte a ti misma.
--Es que tú no entiendes…
No me dejo siquiera seguir, me dio una bofetada tan fuerte que los lentes salieron volando, y la mejilla me dolió tanto como si una mula me hubiese dado una patada en la cara.
--¡Ya basta deja de decir estupideces!
Jeanette me haló del brazo y me llevo a rastras al baño
--Oye amore, tienes la manita pesada eh—Declaré sobándome mi mejilla, me dolía mucho—Si te metes de Boxeadora me cae que el Canelo Álvarez sale huyendo de ti
--Hahahahaha, eres una tonta—Rio jubilosa—Estas regresando poco a poco, ya empiezas a decir tus estupideces graciosas
--Lo bueno es que me quieres, se nota que aprecias mi compañía—Dije con un tono bastante nutrido de sarcasmo—A eso se le llama ayudar al autoestima de una amiga.
--¡Ya sabes, cuando quieras!

viernes, 5 de noviembre de 2010

Mehr Als Brüder Mehr Als Liebe

PREFACIO:
Uno pensaría que, los sueños solo son eso “Sueños” y que no se pueden cumplir por mucho que uno lo desee.
Eso pensaba yo, inmensa en un gran abismo negro que estuvo a punto de consumirme por completo, dejándome sin alma, sin esencia. Atrapándome en las tinieblas del dolor.
Las cosas no son siempre como uno piensa, la fuerza de la mente y la perseverancia del bienestar de uno mismo, logran cosas inimaginables, varia gente podría decir que mis palabras son una locura, pero cuando la vida te pone en tu camino algo que supera tus expectativas es necesario que le des crédito al destino y no quejarte de lo tienes solo disfrutarlo.

Parecía que después de tanta tormenta en mi vida, no llegaría el sol a iluminar mí camino, pero si llegó y era él. Un ángel caído del mismísimo cielo, con otro idéntico ángel a su lado, para proteger a la que hasta ahora se había dado a la tarea de mantenerme a flote en este mar de tristezas. Como dos luceros llegaron a salvarnos de la miseria a darnos una razón para seguir adelante.
No siempre es fácil obtener lo que uno quiere ó desea simplemente hay que luchar por ello, contra y a costa de lo que sea, siempre y cuando no se afecte a nadie más.

Amor… ¿Qué es amor?, esa frase que nos gusta tanto decirla, pero casi nadie sabe el significado, cuatro letras, varias interpretaciones, fácil de decir, fácil de pensar, pero tan difícil de entender y de sentir. Quizás nadie logre entenderlo, ni logre entender el significado a través de los años, pero el amor nace, se vive, se da y es algo que no se puede inhibir, amor entre hermanos, amor de pareja, amor maternal…

Solo se debe encontrar nuestra forma de amar, y a quien amar…